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ANALISTAS 26/09/2024

Logros y retos, subidas y bajadas: dos años como viceministro de Trabajo

Edwin Palma Egea
Analista

Hace más de dos años, llegué al Ministerio con una agenda clara y ambiciosa. Con la firme convicción de defender y promover, desde el Estado, el derecho de asociación sindical, siempre al lado de los trabajadores y trabajadoras y sus organizaciones. La agenda ha sido clara desde hace muchos años: abolir los pactos colectivos, perseguir y reducir las posibilidades de tercerización ilegal, a favor de la reducción de la jornada de trabajo, de la negociación colectiva multinivel, del derecho de huelga, del fortalecimiento del ministerio, en especial su capacidad de inspección, vigilancia y control y el cumplimiento de las recomendaciones de los organismos internacionales en materia laboral, entre otros temas que debían avanzar.

El método que implementé fue, además de apoyar la construcción del Plan Nacional de Desarrollo y la elaboración del proyecto de reforma laboral o producir borradores de decretos, resoluciones y circulares que hicieran avanzar esa agenda, el diálogo social eficaz. Creo que nunca recibimos en el Viceministerio a tantos sindicatos como en estos dos años, no solo para escuchar sus denuncias, sino para agilizar querellas presentadas, acordar acciones o lograr acuerdos con empresas. Las circulares y memorandos que desde nuestro despacho empezaron a emitirse, marcaron la ruta de actuación de la inspección en todo el país.

Lo primero que hicimos fue autorizar y regular el uso de herramientas digitales en la toma de decisiones sindicales. La Corte Suprema de Justicia nos dio la razón y los sindicatos empiezan a incorporar dicha posibilidad en sus estatutos. Expedimos luego la circular sobre cómo debían inspectores e inspectoras investigar a las empresas con pactos colectivos que, con la reciente sentencia de la Corte Constitucional, cobra mayor vigencia. Publicamos también la circular sobre el tratamiento a las quejas por negarse a negociar colectivamente. Esa circular le daba valor al diálogo social, bipartito o tripartito, antes que al fallido régimen sancionatorio, casi siempre inoportuno e ineficaz.

Siempre estuvimos disponibles para el debate de ideas y normas. En mi vida política he disfrutado la deliberación y este es un gobierno que no le teme al diálogo. Me encantó participar de los congresos de decenas de sindicatos, pero también de la Andi, Fenalco, Acopi y sus abogados. Ese diálogo democrático, hablar con transparencia sobre nuestras ideas y propuestas hicieron que los temas del trabajo ganaran la visibilidad que aún mantienen y que ha sido, uno de los triunfos políticos de la iniciativa de reforma laboral propuesta por este gobierno.

Fue un gran aprendizaje y un éxito la negociación con las organizaciones sindicales del sector público en el nivel central. Parecía imposible un acuerdo final y unánime para los años 2023 y 2024, con cerca de 20 sindicatos de segundo y tercer nivel de todos los colores y tamaños. De esta experiencia nos quedó el propósito de modificar la norma que desarrolla el convenio 151 de la OIT, y en febrero le entregamos al país el decreto 243 de 2024, una herramienta innovadora para el derecho laboral colectivo y las relaciones colectivas en el sector público que se ha aplicado con éxito en decenas de negociaciones como la de Bogotá, la más grande del país. Ese decreto 243 puede ajustarse y, además, replicarse su espíritu en el sector privado.

También nos propusimos conquistar acuerdos colectivos allí donde no se creía posible. Logramos consensos para iniciar negociaciones colectivas con rappitenderos, futbolistas y conductores de Transmilenio. Incidimos para lograr al fin un acuerdo global entre UNI y Teleperformance que beneficia a 500.000 trabajadoras y trabajadores de esa multinacional francesa en el mundo y en Colombia permitió la firma de la primera convención colectiva. Fuimos testigos y facilitadores de decenas de acuerdos tanto en el sector público como en el sector privado. En estos dos años dimos plenas garantías a empleadores y sindicatos y les tratamos con respeto. Generamos escenarios para que entrara la democracia a muchas relaciones laborales.

Como hacer es decir dos veces, avanzamos en la protección de las mujeres trabajadoras decretando, por primera vez en la historia de la inspección laboral, medidas cautelares con enfoque de género. Una práctica que esperamos continúe, no solo para proteger a las mujeres, sino también los derechos humanos en el trabajo, en especial los relacionados a casos de violencia en el sitio de trabajo o con la libertad sindical, como lo dejamos escrito en un memorando interno.

Tomamos varias decisiones para agilizar el trámite de los tribunales de arbitramento, promovimos debates alrededor de la unidad de los conflictos en el arbitraje y dejamos listo un borrador de decreto para acelerar su resolución. Ojalá el sindicalismo se apropie de él.

Por último, nuestro despacho dejó listos borradores de algunos decretos para destrabar el ejercicio de la libertad sindical y que completan, pero no reemplazan la eventual reforma laboral en trámite, como ya lo expliqué en esta misma tribuna. Las organizaciones sindicales y el movimiento laboralista debemos continuar la lucha política y el debate académico hasta lograr que se expidan esas -y otras- normas que por parte del Ejecutivo.

Me voy agradecido y tranquilo, continuará nuestra lucha por el cambio en el mundo del trabajo como lo prometimos en 2021 y 2022 y seguiré mediando en la solución de conflictos laborales como me lo han solicitado, impulsando la autocomposición y la solución directa de los conflictos en el trabajo.

Se pudo haber hecho más, sin duda. Me despido con la convicción de que hice lo que pude, que defendí mis principios y que, desde el sindicalismo, la academia y la sociedad civil también podemos trabajar por un mejor mundo del trabajo.

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