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Analistas 22/03/2023

Más empatía

Edwin Palma Egea
Analista

Creo que el debate sobre la reforma laboral es un ante todo un debate moral, más allá de la economía e incluso de la política. Por eso al menos hoy no vengo a dar datos. Entonces yo invitaría a los amigos y amigas profesionales y amantes de la filosofía a que hablaran de estos temas, porque aquí estamos hablando de justicia, de valores morales y de la vida buena que esta sociedad debe permitirle escoger a todas las personas que habitan este territorio.

Quiero mucho al Papa Francisco y así yo no sea creyente a ese señor le tengo mucha fe, creo que además es uno de los grandes líderes políticos de esta década. Francisco hace un gran resumen de las consecuencias del neoliberalismo que ha desatado enormes fuerzas, pero ha homogeneizado el pensamiento y demeritado la vida.

Y si, nunca ha generado la humanidad mayor riqueza per cápita, pero nunca ha sido el mundo tan desigual. Nunca las humanidades han desarrollado tantas teorías científicas para la inclusión social o para lograr la sobrevivencia de la especie, pero al mismo tiempo crecen la segregación, la cancelación, la radicalización de la sociedad producto de la desigualdad y lo que el Papa llama la Cultura del Descarte.

La economía se ha convertido en el saber dominante y algunos aspiran a que creamos que es una ciencia exacta al ponerla de espaldas (o mejor en contra) al derecho del trabajo, pero no logramos salir de la incertidumbre y la inestabilidad sobre todo financiera. El Papa cree en el segundo imperativo categórico de Kant: “Obra de tal modo que consideres a los demás siempre como un FIN en sí mismo y nunca solamente como medio” y por eso siempre nos invita a ponernos en los zapatos de los otros y otras.

En Colombia los indicadores sociales son todos penosos, en estas semanas en que hemos participado en la gestación del proyecto de reforma laboral hemos hecho seguimiento sistemático a los informes de la Ocde en temas sociales y laborales, en los que siempre o somos últimos o penúltimos. Leí el informe Nacional de Competitividad de 2020 y el recientemente publicado, es un documento de gran calidad, en el que cada dato está perfectamente soportado, pero sus resultados son tristes, en inversión social, costo de la energía, digitalización, educación, ingresos, pobreza o desigualdad se nota el atraso, el estancamiento. El informe describe la realidad triste que ha creado la aplicación de los dogmas neoliberales, por eso creo y creen muchas personas expertas o ciudadanía del común que hay que dar un giro que demanda decisiones políticas valientes como las que está tomando nuestro gobierno.

Un buen ejercicio para entender la necesidad del cambio en el mundo del trabajo sería intentar la empatía y al menos en nuestros despachos, salones de clase, en las bibliotecas o nuestras casas ponernos en los zapatos de las personas que aun teniendo trabajos formales viven en la pobreza, a pesar de que algunos tuiteros les llaman “privilegiados” con bastante atrevimiento o desconocimiento.

Sería bueno que por un día las personas que presiden los principales gremios, los que dirigen los departamentos de derecho laboral de las principales universidades privadas o quienes lideran grandes despachos de abogados al servicio de las empresas caminen por las calles o tomen servicios públicos de transporte en grandes ciudades al empezar o terminar el día. Y ojalá conversaran con miles de trabajadores y trabajadoras básicamente esclavizados por extensas jornadas de trabajo que se alargan por los pésimos servicios de transporte.

Creo que este debate además de cifras, tablas de excel y teoría macroeconómica matematizada requiere empatía para entender que las condiciones de trabajo que padecen la inmensa mayoría no se corresponden con los fines de una sociedad moderna y liberal como en la que esperamos poder vivir todos y todas porque en este debate la economía no tiene un solo discurso. Hay una corriente de economía política muy sólida y con importantísimos representantes como Cecilia López, Jorge Iván González y muchos otros más que tienen argumentos y teorías o estudios y cifras que muestran también que sin demanda la economía y el empleo no crecen, y esta reforma laboral pretende generar demanda y mejorar la productividad pero también dar más libertad, permitir mejor vida familiar, mejorar la capacidad de consumo y empoderar el dialogo social en el mundo del trabajo con actores fuertes.

Yo me sumo a esa corriente de pensamiento legítimo y válido, construido a partir de los métodos también científicos que propone una manera más humana y democrática de entender el mundo del trabajo y que había sido hasta ahora marginada por el poder, para defender esta reforma porque genera crecimiento de la demanda, de los ingresos y disminuye la explotación y la precariedad, porque es justa, porque equilibra y ayuda a pacificar.

Empieza este camino de discusión vamos a ir a defender con pasión, teoría y datos nuestra propuesta en todos los lugares posibles. Un gran logro de esta reforma es que nos puso a hablar de los trabajadores y trabajadoras que en silencio padecen en una sociedad que ha banalizado el sufrimiento.

Les invito a leer el texto de la propuesta de reforma.

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