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El abandono a su suerte y la soledad que experimenta el pueblo y el gobierno de Ucrania, nos invita a reflexionar, por qué la guerra sigue siendo una opción en la política internacional. Uno de los estudios más influyentes y vigentes desde 1959, El hombre, el Estado y la guerra, de Kenneth Waltz, explica las causas de la guerra a través de tres niveles de análisis (imágenes): los individuos, los Estados y el Sistema Internacional.
En la primera imagen Waltz entiende que la naturaleza humana, en general, o de los líderes, en particular, es un determinante. Bajo el supuesto de la segunda imagen, la causa principal de la guerra tiene sus raíces en la necesidad de los Estados, por ejemplo, perpetuar un sistema político o económico.
Sin embargo, para este académico de la escuela realista, la tercera imagen describe el marco de la política mundial en medio de una estructura anárquica del Sistema Internacional, donde anarquía no es caos o desorden, sino ausencia de un organismo soberano que gobierne las interacciones entre los Estados-nación. Así, los individuos y las necesidades de los Estados suman para comprender las causas de la guerra, no obstante, la anarquía del sistema es el determinante principal.
Rusia, para lograr que el Gobierno de Kiev se incline por la neutralidad, valoró si podía imponer su voluntad; las limitadas posibilidades de la gobernanza internacional, las tímidas reacciones que anunciaba la Otan junto con los EE.UU., las experiencias en Osetia del Sur y Abjasia en 2008, Crimea en 2014, permitían prever el abandono y, sumado a esto, la personalidad egocéntrica de Putin y la necesidad de mantener la influencia sobre Ucrania, favoreció la decisión.
La tercera imagen permite inferir que el remedio para la guerra sería la gobernanza internacional, no obstante, no siempre ha sido efectiva. Las frustraciones del Sistema de Seguridad Colectivo de Naciones Unidas obedecen al bloqueo que suele darse en el Consejo de Seguridad con ocasión del poder de veto de los miembros permanentes.
Pero ese poder, que en esta ocasión es ruso, puede superarse, pues cuando el Consejo de Seguridad deja de cumplir con su responsabilidad primordial de mantener la paz y la seguridad internacional, la Asamblea General deberá examinar de inmediato el asunto.
Desde 1950 la Asamblea adoptó la Resolución 377 (V) “Unión Pro Paz”, que le permite tomar medidas colectivas si el Consejo de Seguridad está bloqueado. Esta facultad se puede ejercer en casos de quebrantamiento de la paz o actos de agresión, incluso autorizando -como medida coercitiva- el empleo de la fuerza armada si fuere necesario. Es una responsabilidad subsidiaria en cabeza de la Asamblea en relación con la paz y la seguridad internacionales.
En otras palabras, el injusto señalamiento sobre las insuficiencias de la ONU no es responsabilidad de la Organización sino de los Estados miembros, todos, con doble rasero, se excluyen de su obligación de cooperar con los fines de la Carta, empezando por los que tienen carácter de permanente en el Consejo de Seguridad y terminando por los que componen la Asamblea General (Columna del 16/10/2013).
Qué paradoja, Rusia preparó esta guerra buscando la neutralidad de Ucrania y los miembros de Naciones Unidas, al omitir su obligación de cooperar con el restablecimiento de la paz internacional, no se implican.