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Analistas 15/08/2024

Hordas británicas

Eric Tremolada
Dr. En Derecho Internacional y relaciones Int.

En Southport, al noroeste de Inglaterra, ochos menores y dos adultos que estaban en un club en una actividad de música y baile, fueron atacados por un adolescente de 17 años con cuchillo, resultando tres niñas muertas de 6, 7 y 9 años y los demás gravemente heridos. Desde el momento que se conoció el terrible crimen, las redes sociales -malintencionadamente- se dedicaron a difundir información falsa, asegurando que el sospechoso era un refugiado musulmán que llegó al país de forma ilegal en un bote.

De inmediato se desataron violentos disturbios de grupos anti-inmigrantes en el Reino Unido, y como la ley británica no permite que se revele la identidad de los menores de 18 años, la desinformación hizo eco entre las hordas de manifestantes que no se calmaron ni cuando el juez hizo público el nombre para neutralizar los efectos de la desinformación. Se trataba de Axel Muganwa Rudakubana, británico nacido en Cardiff, Gales, hijo de padres ruandeses.

La violencia se extendió por las principales ciudades, entre estas Manchester, Liverpool, Bristol, Bolton y Londres, donde los anti-inmigrantes, no solo seguían arengando el contenido de varias pancartas “Ya basta - Alto a los Botes”, sino que atacaron mezquitas y varios hoteles en localidades del norte donde alojan a cientos de solicitantes de asilo, quienes antes de ser trasladados, en medio del terror, reforzaban las puertas de sus habitaciones con refrigeradores y muebles.

Alternativa Patriótica, la Liga de Defensa y otras organizaciones extremistas, además de movimientos contra musulmanes y migrantes, compartían fotos del furor de la horda (muchos con tatuajes nazis). En defensa de la diversidad se dieron en varias ciudades contramarchas de apoyo a los refugiados, unas 2.000 personas en Bristol evitaron que un grupo de extremistas atacara oficinas de abogados especializados en refugiados y en Newcastle unos 1.000 manifestantes, la mayoría musulmanes, se pararon frente a un centro de servicios migratorios que había sido designado como objetivo por la extrema derecha.

El primer ministro Keir Starmer no dudo en señalar que esto no era una protesta que se salió de las manos: “es un grupo de individuos que están absolutamente decididos a ejercer violencia” y por esto conformó una “fuerza activa” de agentes especiales para contrarrestarla. Así se viene dando la identificación expedita de los involucrados presenciales y de los que fomentan violencia online.

Más de 500 detenidos están siendo procesados y sentenciados por los tribunales con “condenas sustanciales”. Esta decidida y rápida respuesta del sistema de justicia penal británico fue elogiada por Starmer, quien lo consideró “un mensaje poderoso a cualquiera que esté involucrado, ya sea directamente u online”.

Los conservadores británicos David Cameron, Theresa May y Boris Johnson en su decidida apuesta por el Brexit, con la intención de recuperar los votos de la extrema derecha, afirmaban que los migrantes bajarían ostensiblemente, aunque la Oficina de Estadísticas (ONS) señaló en 2023, que la migración neta -personas que llegan menos las que se marchan- en 2022 alcanzó los 606.000 individuos; esto es 164.000 más que en 2021 y prácticamente el triple de la migración neta de 2019.

Así, parece que las respuestas que buscan los británicos no las tienen los políticos e influenciadores malintencionados.

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