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Analistas 16/03/2023

No perder, no ganar

Eric Tremolada
Dr. En Derecho Internacional y relaciones Int.

En la última columna de 2022 decíamos que, pese a que abogábamos por una vía diplomática para acabar la guerra contra Ucrania, los constantes alardeos de los involucrados nos indicaban que pensábamos con el deseo. Sin embargo, viendo los distintos entrampamientos de estos y los recientes interrogantes de Habermas renovamos la esperanza.

Ucrania -como es obvio- quiere recuperar la integridad de su territorio y Rusia no renunciará a algún tipo de reconocimiento a sus anexiones. Tanto Occidente como Rusia están atados conteniendo el conflicto dentro de las fronteras ucranianas a menos que quieran desatar una conflagración nuclear y, por último, Ucrania sabe que la única posibilidad de ganar es que reciba la suficiente cantidad y calidad de armas, no solo para frenar a los rusos, sino para atacarlos en su territorio.

Jürgen Habermas en una reciente publicación en Süddeutsche Zeitung se une a las voces reflexivas que señalan que Ucrania no debe perder la guerra, pero enfatizando en la negociación, que aunque tardía -habría evitado una guerra prolongada- puede acortarla y evitar que cobre más vidas humanas, provoque más destrucción y nos deje, al final, ante una disyuntiva de “intervenir activamente en la guerra, o dejar a Ucrania librada a su suerte”, para no desencadenar la primera guerra entre potencias nucleares.

Adicionalmente se pregunta ¿debería la dinámica propia de la ayuda militar, hacer que mengüe ahora su carácter defensivo, porque el único objetivo ha pasado a ser una victoria sobre Vladímir Putin? Y recuerda ¿en que quedó lo de Occidente de detenerse antes del punto de no retorno? La mejora en la calidad de las armas que se suministran ha creado una dinámica propia que podría, de modo más o menos inadvertido, llevarnos a cruzar el umbral de la tercera guerra mundial.

Y como un peligro real evidencia un entrampamiento adicional, pues Occidente no solo le cuida las espaldas a Ucrania, sino que además asegura que apoyará al gobierno ucraniano “todo el tiempo que sea necesario”, y que solo este puede decidir sobre el momento y la finalidad de las posibles negociaciones. Sin sentido, donde una de las partes beligerantes determina su objetivo de guerra y, si es necesario, el momento de las negociaciones ¿acaso Ucrania puede resistir sin el apoyo de Occidente? O están trasladando al gobierno ucraniano la responsabilidad de las brutales consecuencias de una prolongación temporal de los combates que solo es posible gracias al apoyo militar que le brindan. De ahí que advierta que es fatal que no se aclare la diferencia conceptual entre “no perder” y “vencer”.

En más de un año de conflagración, se evidencia el agotamiento de las reservas de personal y de los recursos materiales para la guerra, y esto debería aproximar el momento de las negociaciones. No obstante, como dice Habermas, el insistir en que “Ucrania no debe perder” considera “natural” y sin alternativa la solución bélica, de ahí la necesidad de redefinir el objetivo del apoyo a Ucrania, donde no se infiera que se apuesta a un cambio de régimen en Rusia (inaceptable para Putin) y, por el contrario, sin vencedores, le permita salvar apariencias a ambas partes, esto es, restableciendo el statu quo al 23 de febrero de 2022, sin necesidad de reconocer ninguna ganancia territorial más allá del período anterior al comienzo de la guerra.

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