Analistas 20/02/2025

Sin contrapesos

Eric Tremolada
Dr. En Derecho Internacional y relaciones Int.
La República Más

Preguntábamos en la entrega anterior si en el análisis social del poder de Bertrand Russell, podríamos encontrar respuestas a los totalitarismos de estos días. En un mundo en que la satisfacción de los intereses soberanos tiende a ser regido por naciones fuertes y egoístas, Donald Trump, en su segundo mandato, encuentra todas las facilidades para sacrificar la democracia y el orden internacional.

Pol Morillas, recordaba recientemente, que la fórmula de “primero mi país” ya venía arraigándose con Netanyahu en Israel, Erdoğan en Turquía, Modi en India, todos siguiendo el ejemplo de Putin en Rusia, Xi Jinping en China y del propio Trump en su primer gobierno. De ahí que en este busque, sin recato, mejorar la correlación de poder en un mundo de potencias con vocación neoimperial. Anuncia tomarse Groenlandia, Canadá y el Canal de Panamá, desata una guerra arancelaria con los países que son el principal destino de sus exportaciones e instrumentaliza y amenaza a los que dependen del ingreso de sus bienes al mercado americano.

Europa, más fiel a los valores democráticos y al ordenamiento internacional, actúa tímidamente sin hacer contrapeso efectivo, pues hoy defender intereses nacionales respetando el derecho internacional, genera costos políticos altísimos mientras que los autodenominados “patriotas” y sus movimientos crecen en fortaleza y adeptos.

Morillas también señalaba que Europa unida supo resistir el primer mandato de Trump, pero echa de menos que en este momento, en el que se debe reaccionar y que las recetas sobran, no hay capital político para avanzar hacia una mayor competitividad (informe Draghi), hacia un mejor mercado único (informe Letta) y hacia la autonomía en defensa (informe Niinistö). Del primer envite quedó como legado la ley de servicios digitales que obliga a estas plataformas a respetar los derechos fundamentales.

La segunda posguerra marcó un punto de inflexión hacia la humanización del ordenamiento internacional, gracias a que se revaluó la forma en que interactuaban los Estados, la guerra ya no era una manera lícita de alcanzar sus intereses y de ahí florecieron marcos cooperativos que nos dotaron de instituciones internacionales que velan por las normas y estándares internacionales, la promoción de la cooperación y la resolución de conflictos: Organizaciones internacionales que promueven la paz y la seguridad, el desarrollo de los derechos humanos, el comercio justo, el acceso predecible a mercados, las integraciones económicas, sociales y políticas, la garantía del principio de justicia universal, son de los tantos ejemplos que poco a poco transformaron la forma de concebir la soberanía estatal.

Siglos de vejámenes, colonización, esclavitud, conquista, imperialismos, violaciones de derechos humanos y dos guerras mundiales nos costó llegar a estos marcos cooperativos que hoy quieren derruirse porque, de nuevo, la única guía de la acción política son los intereses nacionales que -abiertamente- son respaldados y estimulados por los empresarios de plataformas tecnológicas.

Volvemos a un mundo en que nos quieren obligar a elegir de qué superpotencia depender, no obstante, el reto es que la Unión Europea y otros bloques regionales se tornen como una alternativa para defender los intereses nacionales sin sacrificar las normas internacionales. Cumbre Alcue, Colombia 2025 ¿Una esperanza?