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Esta columna quincenal, en lo que va del año, se ha ocupado, en cinco ocasiones, de asuntos que no avisoran solución a corto o mediano plazo: la crisis de Haití y las guerras de Rusia contra Ucrania y la de Israel contra Hamás que más parece dirigida a la población palestina. En estos desesperanzadores asuntos, rompiendo la mala racha, el último inició la Semana Santa con una buena noticia.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que en los tiempos que corren ha caracterizado a sus miembros permanentes por privilegiar los réditos políticos de sus vetos, antes que cumplir su mandato de garantizar paz y seguridad internacional, finalmente, luego de cuatro intentos frustrados, aprobó un “alto el fuego inmediato” en Gaza.
El lunes pasado, en medio de aplausos, se aprobó la primera Resolución del Consejo de Seguridad en la que se pide un alto el fuego en Gaza. La propuesta, surgida de los 10 miembros no permanentes del órgano decisorio de Naciones Unidas, asumiendo un rol más protagónico, alcanzó 14 votos a favor y la abstención de Estados Unidos. Es un primer respiro si tenemos en cuenta que en estos cinco meses de bloqueo han muerto 32.000 personas.
La esperanzadora Resolución exige “un alto el fuego inmediato durante el mes de Ramadán”, con el propósito de que “conduzca a un alto al fuego duradero”. Adicionalmente, solicita, sin que sea un requisito “la liberación inmediata e incondicional de todos los rehenes”, en manos de Hamás, y menciona “la urgente necesidad de expandir el flujo de asistencia humanitaria y reforzar la protección de los civiles en la franja de Gaza”. Para mejorar el flujo de asistencia, sin nombrar a Israel, pide que se “levanten todas las barreras a esta ayuda humanitaria”.
Los equilibrios en el texto de la Resolución no son menores si recordamos que Estados Unidos se había mostrado, en tres ocasiones, contrario a exigir un alto al fuego, y el viernes pasado que propuso un texto exigiéndolo, hicieron lo propio China y Rusia vetando la propuesta.
La oportunidad de la Resolución tampoco es menor si se tiene en cuenta que una Delegación de alto nivel de Israel estaba a punto de viajar a Washington para debatir la operación militar israelí que tenía prevista en la ciudad de Ráfah, al sur de la Franja, y que funcionarios de Naciones Unidas venían denunciando a Israel por obstruir el suministro de ayuda humanitaria.
Para Benjamín Netanyahu, el hecho de que Washington no vetara la propuesta es un “claro retroceso” respecto a su posición en este asunto, y mientras anunciaba que ya no enviaría una delegación a Washington, aseguraba que se perjudicarán los esfuerzos de su guerra contra Hamás en Gaza, así como su empeño para liberar a más de 130 rehenes.
El desafío que implica la decisión para las partes en conflicto, y para la Comunidad Internacional, es que se cumplan sus objetivos -así sea de manera parcial- en los días que restan de la celebración del Ramadán, esto es el 9 de abril. En todo caso, es un respiro para una población que viene padeciendo lo indecible y que mantendrá su esperanza en que esta primera decisión vinculante de Naciones Unidas sea el principio de una paz duradera.
Adenda: no deja de ser sopechoso que el Gobierno de Vladímir Putin se resista a señalar al Estado Islámico del Jorasán como autor del execrable atentado en la sala de conciertos Crocus City Hall de Moscú.