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Existe un progresivo avance de la extrema derecha euroescéptica en diferentes Estados miembros de la Unión Europea (UE), y esto se reflejó en las elecciones al Parlamento Europeo. Sin embargo, el resultado ofrece -pese a lo pronosticado por las encuestas- un escenario de continuidad. En todo caso la renovación parlamentaria no será determinante en el futuro de la UE, pues dentro de la compleja arquitectura europea, el Parlamento no ha ganado suficiente peso frente a las otras instituciones.
La Unión Europea es una organización internacional con un alto grado de autonomía gracias a las competencias cedidas por los Estados que la componen, donde las decisiones implican un delicado equilibrio entre el interés de la UE, el de sus ciudadanos y el de los Estados miembros. Si bien el Parlamento Europeo, gracias al Tratado de Lisboa, es un colegislador en más de 90% de las áreas legislativas en igualdad de condiciones que el Consejo de la Unión Europea (integrado por ministros de los Estados miembros), debe conciliar el interés ciudadano que representa con el de los Estados que se canaliza en el Consejo. Conciliación sobre la base de las iniciativas legislativas que nacen en el órgano técnico y administrativo (Comisión Europea) que cuida el interés de la Organización.
No obstante, el Parlamento Europeo es la única de las instituciones de la UE que se conforma con la voluntad directa de los ciudadanos europeos y que permite conocer las tendencias ideológicas de la opinión europea. Tendencias que, de acuerdo con el resultado, pueden llegar a tener el peso negociador suficiente para que, si es el caso, se den las renovaciones de la presidencia de la Comisión Europea, del Consejo Europeo y del Alto Representante de la Política Exterior, entre otros. Lo anterior no afecta la composición de los órganos principales ya mencionados, toda vez que, por tratarse de una Organización Internacional, el componente intergubernamental desempeña en esto un rol protagónico.
Si bien las formaciones de derecha radical y euroescéptica han obtenido buenos resultados, listas más votadas en Francia e Italia, segunda en Alemania y Polonia y con destacados resultados en Bélgica y Países Bajos, el balance global del Parlamento Europeo no cambia sustancialmente, la derecha moderada y el centro se contraen muy poco, pasando de 59% de los escaños a 56%. Así, parece que la Euro cámara mantendrá una relativa continuidad en los próximos años, que seguramente girará algo más hacia la derecha por la presión de las formaciones de la extrema derecha euroescéptica -que con poco peso político- se imponen en el debate público.
Lo que, si no tiene precedente en las elecciones al Parlamento Europeo, es el creciente vínculo entre los escenarios nacional y europeo. Desde antes de la elección, y con más razón después de los resultados, las repercusiones no se hicieron esperar, las más destacadas, el presidente Macron disolvió la Asamblea Nacional francesa y De Croo, primer ministro de Bélgica renunció.
En perspectiva francesa, aunque hay que esperar la segunda vuelta de las elecciones parlamentarias este domingo, la reacción de Macron al resultado de las europeas parece que no le será nada favorable, en la primera vuelta la extrema derecha alcanzó 33% de los votos, la izquierda 28% y la coalición del presidente Macron, cerca a 21%.