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Mientras nuestra gran artista Karol G, se gana un Grammy por este álbum, nuestro país pierde el norte y al parecer no hay cambio que sirva.
Es muy triste contemplar la idea de que en más 200 años de historia republicana no hemos sido capaces de ponernos de acuerdo para decidir conjuntamente cuál es el futuro de nuestro país, continuamos atacándonos visceralmente unos a otros y seguimos recibiendo promesas de cambios y nuevos horizontes sin consolidar realmente en favor de los ciudadanos.
Hoy, cuando Colombia está en uno de sus peores momentos a nivel de valores, de construcción social, de narcotráfico proliferado y pugnas políticas incesantes, donde el gobierno ha prometido el cambio pero se dedica más a los discursos y no a las acciones, donde se habla de una “Ruptura Institucional” y se convoca práctica a una revolución civil, es momento de re evaluarnos.
El propio presidente Petro dijo que no se ha generado el bienestar que propone. “Desconociéndome” fue la palabra utilizada para llamar la atención de sus ministros y de todos sus funcionarios frente al abandono del Chocó. La gente sigue con la esperanza de que las promesas sean cumplidas y que su situación y condiciones mejoren pero, lamentablemente, nada llega.
El llamado a un “Gran acuerdo nacional” es lo que verdaderamente estamos suplicando. Los medios de comunicación deben comenzar con el ejemplo. Lo mismo pasa en las redes sociales, que se han convertido en esa arma letal de uno y otros para acabar con la dignidad y para desviar la atención de los ciudadanos. No hay opción de pensar distinto, no hay opción de contribuir, simplemente somos tildados de un lado u otro y de manera grosera por opinar.
Por eso, llegó el momento de llamar a la sensatez y que nuevos líderes, incluso que no vengan de la política, sean los que nos permitan buscar un entendimiento parcial entre los colombianos. Nadie está en contra de los cambios para que las personas más necesitadas y de regiones tan olvidadas, por fin, consigan la dignidad merecida. Nadie está en contra de acabar con los terroristas, nadie está en contra de acabar con el problema del narcotráfico. En cambio, todos queremos que se apueste por la educación, por la igualdad social y por la equidad, pero se nos olvidan (cuando tenemos que defender una ideología) las maneras, que aunque distintas, buscan el propósito antes mencionado, pero pareciera que cuando defendemos fundamentalismos esos objetivos terminan truncados.
Ha llegado el momento de recapacitar y reconsiderar nuevos liderazgos: una nueva política y nuevas personas que logren cohesionar más allá de las ideologías y de los fundamentalismos. El llamado es a la acción y a la ejecución para que se sanen los dolores y se consolide la justicia social.
Colombia merece un mañana bonito. Gracias Karol G.