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En Colombia pasa algo tan grotesco que ya presiento a Netflix haciéndole miniserie. Es un azote tipo Corleone tan inverosímil dada su procedencia, que si llegase a oídos de los “combos” de Medellín obtendrían de inmediato una patente de corso para sus filiales de “vacunas y amenazas”.
Se trata de la táctica de “boleteo electrónico-sicológico” desplegada por la Unidad de Gestión Pensional y Parafiscales (U), oficina de cobro del Ministerio de Hacienda que cuenta con el sello de calidad de los chepitos, gota a gota y pagadiarios.
Cabe decir que con este Capone disfrazado de Robin Hood el lío no es el fin sino la forma. Veamos: la Ugpp vela por la recuperación de todos los dineros que los colombianos han dejado de pagar a los sistemas de salud y pensiones. Hasta ahí: loable, sensato. ¡Aplausos!
Sin embargo, el modus operandi de esta casa de cobranzas (mayoritariamente al servicio de las EPS, ARL y los fondos privados) carece de mínima sindéresis y está lleno de mala fe y encono.
A punta de correos electrónicos, la Ugpp aterroriza a los aportantes independientes diciéndoles que si no cotizan basados en lo que debieron pagar hace años siguen siendo evasores y que si no pagan más (nunca dicen cuánto o cómo liquidan su presunción), básicamente se tendrán que atener a las consecuencias. Terminan sus cartas con frases tipo: “usted es un evasor” y “aproveche esta oportunidad ¡Le queda poco tiempo!”, lo que en el argot criminal equivaldría a “no se deje ver, bájese de más billete o le volvemos su cabeza un instrumento de viento”.
Dicen, en sus constantes, perentorias y eufemísticas “acciones persuasivas”, que pronto llegarán por el botín, con intereses moratorios a la tasa de usura y con sanciones entre el 60% y 200% de las deudas. Todo porque no les da la gana de entender que los ingresos de un independiente varían de mes a mes y de año a año, que hay colombianos que viven o vivieron en el exterior y están exentos, y menos que el Código Sustantivo del Trabajo, el Estatuto Tributario y el Plan Nacional de Desarrollo permiten las deducciones y gastos operacionales de los benditos ingresos netos que les hacen salivar los hocicos.
¿Funcionan las amenazas? Quizás, pero se ceban in secula seculorum con los que sí aportan y los que sí corrigen, en vez de ir tras los que no pagan o deliberadamente evaden. De los cerca de 13 millones de independientes y contratistas por prestación de servicios que hay en Colombia, el 65% evade sus aportes a salud, pensión y riesgos profesionales. Para completar, de los 23 millones de trabajadores del país, sólo 8,3 millones cotizan para pensión. Es decir, la Ugpp prefiere matar las pulgas a balazos, secar el palo que hoy da frutos al sistema y no buscar su alimento en el mar de corrupción y evasión en el que navega.
Hobbes describió al Estado como un Leviatán, un monstruo temido y de poder descomunal que pone en cintura los libres albedríos y protege a los hombres. La Ugpp, como meñique de dicho monstruo, decidió priorizar las extorsiones de pandilla, al respeto de las leyes.
Ahora solo nos queda alistar a los contadores, abogados, quebrar alcancías, raspar la olla y tener el cianuro listo para cuando cambien los emails por sufragios.