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El 22 de octubre salió en El Colombiano una columna titulada “Sobre migraciones” en la que José Guillermo Ánjel (a veces con j, otras con g), se despachó con un libelo antimigratorio al que poquito le faltó para resucitar a un exultante Luis López de Mesa.
El escrito, desbordado de imprecisiones y racismo (trata de blancas; trabajos negros), adopta la xenofobia y la eugenesia migratoria como cánones para salvaguardar la virtud. Por ejemplo:
1. “Migrantes ilegales (…se cuelan a un país y no siguen reglas)”: El individuo nunca es ilegal porque en ninguna ley del mundo está prohibido nacer y la migración es un derecho humano (art. 13 de la Dudh). Existen migraciones dentro de los territorios de un país y la migración transnacional irregular ni siquiera clasifica como delito: es una transgresión de una norma administrativa sobre la soberanía de un Estado.
2.“Gente empujada por delirios de vivir como víctimas”: No sé si el chiste se cuenta solo o es necesario decir que Memo Ánjel es prócer del judaísmo sefardí en Colombia (y no desde que comenzó la feria de pasaportes europeos sin circuncisiones, baños purificadores, códigos de Maimónides, o estudios del Pentateuco de por medio). ¿Algún osado que asome, en estos tiempos, el espejo de “delirios de vivir como víctimas”?
3.“Los países receptores se han mestizado y obtenido ciudadanos de segunda para (…) ampliar su delincuencia, (…) o apoderarse de sus conocimientos”: Creería que ni el mismísimo Alfred Rosenberg, cerebro del nazismo y del holocausto (la peor tragedia de la humanidad), lo habría expresado en semejantes términos.
Pero supongamos que no hace falta quedarnos con estos “pequeños” prejuicios desechables por quienes sopesen las aterradoras palabras del profesor Ánjel con su inteligencia, sabiduría y aportes literarios y filosóficos durante los últimos 40 años. Hagamos zoom a su gran propuesta:
“…Hay que (…) establecer sus posibilidades de residencia y no admitir, como está pasando ahora, a todo tipo de gente que marcha al desgaire y sin control, mucha de ella buscando parasitar el lugar al que llegan o aumentar la inseguridad. Infortunadamente, no todos los hombres son iguales en términos de moral y preparación, y por esta razón hay que seleccionar a los más aptos para vivir en sociedad”.
La policía moral iraní, la misma que ve como amenaza a unas niñas que se quitan el hiyab, hace del ayatolá Jamenei un humanista al lado de semejante invitación a seleccionar migrantes “aptos” y “no aptos”. ¿La idea incluirá algún códice o máquina detectora de ética y valores? ¿Programas puericultores enfocados en la no circulación y pureza racial?
Por ahora, creo, estamos a salvo de que nuestro ayatolá antioqueño cambie las aulas y las caricaturas por las asesorías en relaciones exteriores o derechos humanos. O quién sabe; la verdad no sé qué tanta audiencia y resonancia tengan sus palabras en el Darién, las trochas de Cúcuta, en Madrid-Barajas o en el aeropuerto de Ben Gurion de Jerusalén.