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Mientras el país se obsesiona con adelantar los debates para las elecciones presidenciales de 2026, el país se nos está yendo de las manos. La joya de la corona, Ecopetrol, está siendo asediada y golpeada por diferentes flancos.
En primer término, el presidente Gustavo Petro la ha maltratado desde que inició su gestión. Para Petro, Ecopetrol debe ser desnaturalizada porque el petróleo y sus derivados acabarán destruyendo el planeta. Su activismo ha llevado a la empresa a una debacle por la falta de liderazgo con el que se ha rechazado la suscripción de nuevos contratos de exploración y explotación. Incluso, ha planteado que Ecopetrol deba dedicarse a la inteligencia artificial para luego recular sobre este despropósito.
Por cuenta de estos dislates, la empresa- la Nación es dueña de 88,5%- empieza a sufrir. Veamos algunas cifras. En el último trimestre se ha presentado una caída de 28% en las utilidades consolidadas, pasando de $5,1 a $3,6 billones. El Ebitda (ganancias antes de deducir intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones) cayó en 12,9% y la acción se cotiza en $1.620, el valor más bajo desde octubre de 2020 en plena pandemia.
Un segundo aspecto tiene que ver con el desistimiento para comprar la participación de 30% en Crownrock (Oxy) y así aumentar las reservas y la producción en Estados Unidos. Esta decisión estaba estudiada y fue descartada por capricho del Jefe de Estado. Debe recordarse que la empresa produce 754.000 barriles de petróleo al día, de los cuales 13,6% sale de operaciones de fracking en los Estados Unidos.
Un tercer punto es la afectación de la gobernanza de la empresa con los escándalos de presunta corrupción que involucran al entorno del presidente de Ecopetrol, Ricardo Roa, además de la apertura de investigación y formulación de cargos a la campaña presidencial cuyo gerente era el mismo Roa por vulneración del régimen de financiación de la campaña electoral. Es cierto que existe la presunción de inocencia, pero no se entiende que alguien con tanto ruido alrededor y al frente de una empresa que vive de la credibilidad, no dé un paso al costado.
En igual sentido, el caos interno llevó a la renuncia de los miembros independientes en la junta directiva, al tiempo que los miembros que representan el gobierno son activistas sin conocimiento técnico del negocio.
A este asunto, se añade un cuarto aspecto y es el que se presenta en la planta de configuración eléctrica de Reficar. Esa situación llevó a que una intervención llevada a cabo el pasado 16 de agosto produjera la desconexión total del sistema eléctrico, lo que generó una falta de suministro en el combustible para los aviones en el país. Según los técnicos, se requiere una nueva subestación eléctrica que tiene un costo de US$45 millones. Para eso, se requiere gerencia y visión que la actual Ecopetrol no tiene.
En síntesis, la empresa podrá aguantar siempre y cuando tengamos el diagnóstico adecuado y las soluciones inmediatas en 2026. Por lo pronto, Ecopetrol, otrora joya de la corona en nuestro país, no es parte de las preocupaciones del gobierno Petro.