MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
La elección de Donald Trump alteró el panorama global. Su apuesta por poner a Estados Unidos otra vez en el centro del poder, lo llevó a actuar en diferentes flancos.
En América Latina, como lo dije hace unos meses, las preocupaciones se reducen a dos aspectos: el narcotráfico y la migración irregular. Adicional a esto, se mira con mucha preocupación en Washington la incidencia de China, Rusia, Irán en la política local de algunos países.
En cuanto al narcotráfico, es evidente que el consumo de sustancias estupefacientes es alarmante en los Estados Unidos. Durante 2024, murieron más de 110.000 personas de sobredosis, lo que implica que entre 280 a 300 personas fallecen por esa causa diariamente. La gran mayoría jóvenes entre 15 a 25 años. Una calamidad.
Esta compleja situación llevó a que la campaña presidencial tuviera un tono distinto en los Estados Unidos. Trump lo sabe y por eso, más allá del debate sobre la prevención del consumo y de corresponsabilidad, que debe ser una prioridad, se planteó un ataque sistemático a los países que exportan la droga hacia el coloso del norte.
En ese sentido, México y Colombia están en el ojo del huracán. México por sus poderosos carteles de droga que abastecen el mercado en los Estados Unidos con fentanilo y cocaína; y Colombia por su capacidad de producción de esa sustancia que envía a México para que de allí pase a los Estados Unidos. La presidenta Claudia Sheinbaum rápidamente logró una serie de acuerdos para enfrentar el fenómeno. Petro en Colombia, por el contrario, lo que hizo fue confrontar a Trump. Una insensatez.
El otro aspecto, tiene que ver con la migración ilegal que llega a los Estados Unidos atravesando el continente. Normalmente proviene de Venezuela, Colombia, Ecuador y de algunos países asiáticos y africanos cuyos migrantes vuelan a Brasil, Bolivia, Ecuador, Perú y Colombia para atravesar nuestro territorio, luego el tapón del Darién y con eso avanzar por Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, México y Estados Unidos.
En 2023 pasaron más de 500.000 personas. Este cúmulo de gente se fue incrementando durante el gobierno Biden. En 2024, se redujo a casi 300.000 personas con los controles fronterizos del presidente Mulino de Panamá y seguramente se reducirá significativamente con la nueva posición de los Estados Unidos. Ese punto, también es otra de las prioridades de Trump.
Estos dos aspectos, más la incidencia de países como China en el continente levanta las alarmas de la nueva administración. Las inversiones del gigante asiático en Venezuela, Colombia, México, Perú, Panamá, Argentina, Chile, Brasil y otros países de la región son fundamentales. Según el informe de Flacso/ Ilas “China y América Latina y el Caribe” la inversión de China en la región ha sido de US$187.500 millones entre 2003 y 2022. Debe recordarse que mientras esto ocurría Estados Unidos miraba para otro lado y combatía en Irak, Afganistán e incidía en Siria.
Estas cifras con China, la influencia de organizaciones terroristas como Hezbolá en la región, la incidencia de Rusia e Irán, el narcotráfico y la migración ilegal son los temas cruciales en la agenda del secretario de Estado, Marco Rubio, y del presidente Trump.
En síntesis, se diseña un nuevo orden para una América Latina disfuncional y donde las democracias empiezan a hacer agua.
* Profesor del Adam Smith Center for Economic Freedom, Florida International University (FIU)