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En agosto de 2024, América Latina presenció un hecho histórico: Mercado Libre, la empresa tecnológica argentina, superó en valor bursátil a Petrobras, el gigante energético brasileño que durante décadas había sido el símbolo del poderío industrial de la región.
Con una capitalización de mercado de +US$102.000 millones, Mercado Libre no solo desplazó a Petrobras como la empresa más valiosa de América Latina, sino que también marcó un hito en la transformación digital del continente.
Este logro no surgió de la noche a la mañana. Fue el resultado de una evolución que comenzó hace un cuarto de siglo, cuando Marcos Galperín fundó Mercado Libre en un modesto garaje en Buenos Aires.
En ese entonces, la idea de que una empresa tecnológica pudiera rivalizar con los gigantes del sector real parecía improbable, casi utópica. Sin embargo, el auge del comercio electrónico y la rápida adopción de nuevas tecnologías permitieron a Mercado Libre expandirse por toda la región, transformando el ecosistema empresarial latinoamericano.
Para entender la magnitud de este cambio, basta con recordar que en 2023, Petrobras, con un valor de mercado de US$90.000 millones, dominaba el panorama empresarial de la región.
Mientras tanto, Mercado Libre, que había comenzado como una plataforma de subastas en línea, se había convertido en un titán del comercio electrónico, gestionando + 1,5 millones de transacciones diarias y empleando a +40.000 personas en varios países de la región. El ascenso de Mercado Libre marca un cambio de paradigma en América Latina. Las empresas tecnológicas han dejado de ser “complementos” del sector real para convertirse en los motores de una nueva economía digital.
En una región históricamente dependiente de la exportación de materias primas, el crecimiento de estas empresas digitales sugiere un futuro en el que la innovación y el talento humano especializado pueden ser los pilares del desarrollo económico.
Este fenómeno no es exclusivo de Mercado Libre. Otras empresas digitales de la región también están emergiendo como jugadores importantes. Nubank, el neobanco brasileño, ha alcanzado una capitalización de mercado +US$67.000 millones. Globant, la empresa argentina de software y servicios tecnológicos, supera +US$8.000 millones, mientras que Rappi, el servicio de entrega a domicilio colombiano, se valora en +US$5.000 millones. Estas empresas demuestran el potencial de América Latina para crear actores globales en el sector tecnológico.
Además de estas grandes corporaciones, hay nuevas estrellas emergentes que están ganando terreno rápidamente. Clara, la fintech mexicana, es un ejemplo importante, mientras que en Colombia, Druo, una fintech que facilita el procesamiento de pagos, ha gestionado +US$35 millones en transacciones solo en el primer semestre de 2024.
Estas jóvenes empresas están mostrando cómo se puede innovar y crecer en el desafiante entorno latinoamericano.
Sin embargo, a pesar de estos logros, ¿por qué América Latina sigue enfrentando grandes desafíos para convertirse en un centro global de innovación tecnológica?
Ninguna ciudad de la región está entre las 20 principales del mundo para el desarrollo de startups tecnológicas, lo que pone de manifiesto la necesidad urgente de mejorar las condiciones para el emprendimiento digital.
La falta de acceso a capital, infraestructuras tecnológicas deficientes, escasez de talento especializado y marcos regulatorios restrictivos siguen siendo barreras significativas para el crecimiento del sector.
Para que el sector tecnológico despegue realmente en Colombia y América Latina, es crucial tomar medidas concretas en varias áreas clave:
1. Inversión en infraestructura digital: Mejorar la conectividad y las redes digitales es esencial. Sin una infraestructura robusta, las empresas tecnológicas no podrán escalar ni competir a nivel global. ¿Cómo podemos desarrollar centros de datos de clase mundial como el de Kolos en Noruega? ¿Cómo implementamos supercarreteras de fibra óptica y 5G en todos nuestros territorios?
2. Educación y formación de talento: La escasez de talento especializado es un desafío crítico. Es necesario implementar programas educativos que preparen en habilidades tecnológicas avanzadas, como programación, analítica avanzada y la IA. ¿Cómo podemos crear escuelas y programas de transformación digital de nivel global como los del sudeste asiático? ¿Cómo preparamos a nuestra fuerza laboral con las competencias necesarias para el segundo cuarto de este siglo?
3. Acceso a capital: Facilitar el acceso a financiamiento es vital. Esto incluye tanto capital de riesgo como mecanismos de financiamiento público-privado que apoyen a los emprendedores en sus etapas iniciales. ¿Cómo podemos atraer grandes fondos de inversión de Emiratos Árabes y Estados Unidos? ¿Cómo fomentamos la interacción con el capital local y regional?
4. Marcos regulatorios flexibles: Los gobiernos deben crear regulaciones que no solo protejan a los consumidores, sino que también fomenten la innovación, como zonas económicas especiales con normas tributarias favorables. ¿Cómo desarrollamos marcos regulatorios para la inteligencia artificial que estén a la par de los estándares mundiales? ¿Cómo generamos normas para la transformación digital similares a las del Reino Unido?
5. Colaboración público-privada: Un esfuerzo coordinado entre el sector público, privado y académico es esencial para crear un entorno favorable para el emprendimiento, adaptado a las realidades locales. ¿Cómo podemos desarrollar esquemas de colaboración público-privada como los que existen en Hong Kong, Dinamarca, Singapur o Suiza?
El éxito de Mercado Libre y otras empresas tecnológicas ofrece una esperanza tangible para los jóvenes emprendedores de América Latina. Sin embargo es necesario que seamos ambiciosos desde un pensamiento orientado a futuro y que actuemos en esa medida. La transformación digital está creando nuevas oportunidades, pero para aprovecharlas es necesario un esfuerzo concertado.
Con determinación y visión de largo plazo, América Latina puede dejar de ser un espectador en la revolución tecnológica global y convertirse en un protagonista clave. El futuro está en nuestras manos, y las oportunidades están más cerca de lo que imaginamos, si es que las queremos tomar.