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ANALISTAS 25/06/2024

Urgente llamado a la acción ante la revolución digital y la IA

La semana pasada, tuve el placer de participar en las sesiones anuales de la Comunidad de Futuros de Largo Plazo (Global Foresight Network) del World Economic Forum en Ginebra. Un tema central fue la creciente incertidumbre global por la transformación digital. Se destacó entre otros temas, el potencial de la inteligencia artificial para aumentar la productividad global hasta 30% en los próximos cuatro años.

Los expertos fueron claros: para aprovechar estas oportunidades, los países deben actuar con decisión y visión de futuro, ahora. Esto implica el desarrollo de marcos normativos que no solo regulen sino que también fomenten el uso ético y productivo de la IA en las actividades económicas.

Asimismo, se necesita una inversión significativa de largo plazo en infraestructura tecnológica y conectividad, además de una apuesta seria por la capacitación de nuestra fuerza laboral (presente y futura) en habilidades relacionadas con la IA y otras tecnologías emergentes de la presente cuarta revolución industrial.

Un área particularmente crítica es la preparación del entorno empresarial para innovar en productos y servicios que integren nuevas tecnologías, creando valor tanto para los consumidores como para la sociedad en su conjunto.

Sin embargo, se advirtió que los países que ignoren estos cambios no solo dejarán de beneficiarse de estos avances, sino que enfrentarán riesgos significativos, como el desempleo por automatización, la falta de competitividad internacional y vulnerabilidades en seguridad informática y propiedad intelectual

Durante las sesiones, se destacó una métrica preocupante para nuestras economías: el ratio de “inversión para la transformación productiva” (asociado de algún modo al antiguo ratio de “inversión fija” de los macroeconomistas).

Este indicador mide el porcentaje del PIB destinado a la actualización tecnológica y operativa para mantenerse relevante en el mediano plazo. Alarmantemente, las inversiones en nuestra región son solo 50%-60% de las de las economías más avanzadas. Este dato es una advertencia para los próximos diez años: si no se invierte pensando en el largo plazo, estaremos fuera de competencia.

Este panorama exige una respuesta coordinada y enérgica tanto del sector público como del privado en Colombia y en toda Latinoamérica. No se trata solo de mantenernos relevantes en un mundo en constante cambio, sino de transformar esta era de disrupción tecnológica en una plataforma para generar crecimiento, reducir la desigualdad social y fomentar un desarrollo inclusivo y sostenible en el continente.

Es esencial entender que la ventana de oportunidad para actuar en nuestra región es limitada. Las decisiones que tomemos hoy determinarán nuestra posición en la economía global del mañana.

Los líderes empresariales, los formuladores de políticas y los educadores deben trabajar juntos para asegurar que nuestras economías no solo se adapten, sino que prosperen en esta nueva era digital, la llamada “era de la inteligencia” como nos señalaron.

En conclusión, este es un momento decisivo para nuestro futuro colectivo como país y continente. No podemos ser simples espectadores en una era marcada por la innovación y la transformación digital para la creación de futuros. La acción es imperativa y el momento para actuar es ahora. Esta es una carrera que no podemos permitirnos perder

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