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En lo que aparentemente querían hacer ver como un acto de grandeza, el Comité del Paro informó a todos los colombianos que había dado instrucciones para desescalonar el paro nacional mediante el desbloqueo de muchos de los puntos de la llamada resistencia.
Lo anterior deja varias dudas, una evidente responsabilidad penal, y una clara muestra de lo violento que ha sido este paro nacional, en el que las protestas legítimas han sido suplantadas por actos terroristas.
Atendiendo a lo primero, hay que hacerse varias preguntas: ¿Cuál es el verdadero poder del Comité Nacional de Paro? ¿Se ven verdaderamente representados los miles de jóvenes que salieron a marchar demandando mejores condiciones del país en ese grupo de antiguos sindicalistas de la CUT, Fecode y otros sindicatos? ¿Cuál ha sido el papel del Comité Nacional de Paro en la escalada de violencia?
Y por último: ¿ordenaron desde el Comité de Paro el bloqueo de los colombianos, y en consecuencia, el desabastecimiento, el hambre y la muerte que ha llegado a nuestras regiones?
En cualquier caso, las palabras del Comité del Paro fueron, a mi parecer suficiente para suponer que no solo validaron con su silencio cómplice durante días esta forma de violencia, sino que algunos puntos (sino todos) reciben órdenes directamente del Comité, razón por la cual, de estos bloqueos deriva una responsabilidad penal en cabeza de los determinadores de ese delito.
Ante ese hecho notorio, debería el ente investigador abrir la respectiva pesquisa de información para determinar con exactitud su verdadero papel en la financiación y mantenimiento de los bloqueos ilegales a lo largo del país.
Y es que es precisamente ese el problema de todo esto. No se puede normalizar el bloqueo como forma de protesta legítima, sobre todo cuando se encuentra claramente tipificado como un delito en nuestro código penal, y no es válido según el Derecho Internacional Humanitario (DIH) cuando se trata de cercar a la población civil, tal y como lo siguen haciendo en muchas regiones del país. La sanción en contra de los que nos han bloqueado debe ser ejemplarizante.
Recordemos que los bloqueos y el paro ya han generado pérdidas por 1,2% del PIB, y que 13% del PIB se encuentra actualmente en riesgo.
Pero los bloqueos no solo han traído un grave impacto económico, sino reputacional y social dentro del país. Los anuncios de las navieras que ya no quieren tocar puerto en Buenaventura son bastante preocupantes; 27% de las empresas de comercio exterior y logística registran pérdidas cercanas a 80% de sus importaciones, y 63% de estas empresas han tenido que suspender totalmente sus actividades; 250.000 toneladas de insumos para granjas se han quedado represados por la incapacidad de movilizarlo por el territorio. Todos estos como ejemplos del efecto de estos bloqueos criminales.
Finalmente la mayor pérdida es quizás el resquebrajamiento del tejido social de nuestro país: colombianos enfrentados a otros colombianos, mamados de los bloqueos, que pueden ser génesis de otro tipo de violencias que rechazamos con vehemencia.
Las enseñanzas de este paro son muchas, pero quizá la más importante es que estamos ante un sistema logístico bastante frágil, que debe ser renovado y protegido para no solo mejorar la competitividad sino prevenir de estas formas violentas de terrorismo urbano; como colombianos debemos rechazar al unísono los bloqueos que son intrínsecamente violentos, y debemos revisar si el fuero sindical que cobija a los miembros del paro se ha convertido en una licencia no solo para parar, sino para ahogar la economía del país mediante la instrucción, planeación de los bloqueos de nuestro país. Desbloqueo total YA.