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“La línea ética se va a correr un poco”. Con esta expresión, descarada y sin siquiera sonrojarse, Sebastián Guanumen, miembro activo del área de comunicaciones de la campaña de Gustavo Petro, dio un golpe contundente a la democracia y a las instituciones colombianas. La destrucción de la confianza, la instrumentalización del seguidor o fanático político, la muerte al debate limpio, el fin del debate de las ideas para hacer uso de la llamada post verdad, todo esto y más, son retratados en esa frase igualmente rastrera como peligrosa.
Axiomas como ese que son máximas para aquellos del “todo vale”, son la causa de que en Colombia la inmensa mayoría de los colombianos desconfíe de la clase política. ¿Cómo no hacerlo si en la medida que avanzan las campañas y la tecnología, el votante de a pie conoce en mayor medida de estos casos aberrantes al tiempo que se expone en una forma exponencial a la desinformación que pulula en las redes sociales?
Cuando llegué al Senado lo hice con la idea de que la política era algo sucia y que requería de buenas personas para que con sus buenos oficios pudiese ayudar a cambiarla; sin embargo, hoy veo hacia atrás y pongo mi foco en una idea diferente: la política no es sucia, los sucios son las mujeres y hombres que ávidos de poder son capaces de “correr su línea ética”.
Esta carrera presidencial ha estado especialmente marcada por ataques sin sentido de parte de un sector que está dispuesto a destruir la fibra moral y llevarla a su mínima expresión. El uso de bodegas incendiarias, los ataques sin pruebas, los atentados a la moral, los videos tergiversados, y las compañías de aquel eterno candidato, dan cuenta de eso que debe cambiarse en Colombia.
Si algo bueno hemos de sacar de estas elecciones es que todos estos politiqueros, capaces de escindir la democracia de la ética, se han juntado en un pacto abiertamente criminal, y que el derrotarlos en las urnas este domingo será el inicio de una lucha para desterrar muchas de las prácticas que los colombianos aborrecemos de la política.
El cambio sí llega este domingo, pero no de la forma como lo quieren hacer ver quienes van segundos en las encuestas. Cualquiera sea el candidato que se señale en el voto significará un cambio para nuestro país. Los colombianos podremos escoger entre un sector a donde han llegado los bandidos más grandes en la historia: guerrilleros, corruptos, paras, y demás miembros del todo vale o el cambio que representa no elegirlos a ellos y arrancar tabula rasa a recomponernos como país.
Tenemos cuatro años para reconstruir las bases y las ideas. Colombia es un país que merece ser reunificado en su sociedad. En Colombia deben caber todas las ideas, pero no deben caber todas las formas. Debemos combatir las injusticias, pero no debemos dejar que nos incendien el país con fines electorales; es momento de identificar y ponerse de acuerdo en lo que es fundamental y trabajar para conseguirlo. El domingo elegiremos la democracia sobre la demagogia, la libertad sobre el libertinaje, debemos elegir a Colombia y no a sus verdugos.