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Arranca la carrera al Congreso de la República y la contienda electoral a la Presidencia e inmediatamente sale un tema a relucir: el deficiente mercado laboral y la necesidad de generar empleo. Así, políticos de casi todas las vertientes ideológicas han empezado a producir ideas que al oído incauto podrán parecer sensatas o incluso populares, todas ellas encaminadas a justificar por qué su elección traerá consigo la “creación de puestos de trabajo”.
Lo anterior no puede estar más lejos de la realidad. La plataforma jurídica en la que se encuentra sustentado el mercado laboral no permite que ningún político “cree” de manera artificial puestos de trabajo. Lo más cercano, y ante todo indeseado, es el aumento de la contratación en el Estado, o lo que es lo mismo, el crecimiento del número de corbatas del gasto. En consecuencia, toda propuesta para el mercado laboral que arranque con “vamos a crear X puestos de trabajo” simplemente está haciendo uso de un sofisma electorero.
La discusión que debe darse es la de abordar con tecnicismo una verdadera reforma que permita generar las condiciones para que sean las empresas quienes creen empleos nuevos y de calidad. En Colombia, esta discusión nunca es sencilla, pues un sector de la opinión tacha de precarización todo aquello que tenga un aire de flexibilización del contrato de trabajo, desconociendo que son estas mismas condiciones las que tienen sumido a casi 50% de los colombianos en la informalidad y a muchos trabajadores en el subempleo.
En otras jurisdicciones, la discusión frente a la flexibilización del mercado laboral está superada, y como consecuencia se han empezado a aplicar las nociones de la llamada flexeguridad. Un mercado laboral ideal no es aquel en donde haya pocos puestos de trabajo y muchas personas estáticas, bien sea en el puesto o en la búsqueda de empleo, sino uno donde haya condiciones que permitan que sean tan fácil contratar como despedir, pero donde al cesante se le dé el apoyo requerido no solo para su sustento mientras consigue trabajo, sino para que continúe con una formación para el trabajo, actualizando competencias y calificándose para entrar a concursar nuevamente a trabajar, sin tanta dilación, y con total encaje entre sus conocimientos y su nuevo puesto de trabajo; en suma, lo que se debe tener como meta es un mercado dinámico, que entienda las brechas de capital humano, y las condiciones propias de cada sector productivo.
Las condiciones para dignificar el empleo en Colombia pasan por abordar temas de verdadera inclusión laboral, de evitar los obstáculos legales que se convierten en talanqueras para la empleabilidad y corregir la protección social de los trabajadores con esquemas que respondan verdaderamente a mejorar la calidad de vida del trabajador y su núcleo familiar, sin golpear ni cargar al empleador con costos laborales no salariales que tanto mal hacen a Colombia, pero muy especialmente a aquellos que están buscando la formalidad. Lo demás, son promedas vacías y cantos de sirenas.