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Del saber hacer al poder hacer hay enormes diferencias claves de comprender acertadamente en el diseño, análisis y evaluación de las políticas públicas para la innovación productiva; sin embargo, las expresiones relacionadas con las competencias y capacidades se usan indistinta y ambiguamente, inclusive entre agencias multilaterales de desarrollo, generando así vacíos y ambivalencias que poco contribuyen en su correcto enfoque y tratamiento. Así, este artículo deja por sentado tal inconveniente, sobre todo para resaltar la importancia de darle un manejo diferenciado a estos vitales conceptos.
Para aclarar esas trascendentales diferencias, a continuación resumo su definición. Competencia significa conocer y tener habilidad para hacer algo, el conocimiento proveniente de la educación junto a la experiencia. Por su parte capacidad denota poder realizar, fabricar, producir y ofrecer un producto o servicio, todo lo cual requiere de una serie de bienes, muebles e inmuebles, para justamente poder ofrecer algo que vaya más allá de la competencia al hacerlo, por supuesto esencial, pero además junto a esta, la capacidad es reflejo de organización y trabajo en equipo, sin lo cual los bienes materiales resultarían superfluos.
Vale mencionar que después de revisar el significado de estos dos términos en el “Diccionario de la Lengua Española Real”, sobre la competencia dice, “aptitud, idoneidad”, y acerca de la capacidad menciona, “aptitud, talento”; y a renglón seguido y de forma desusada “medio para ejecutar alguna cosa”, por lo cual, la ambigüedad es promovida desde la Real Academia Española, pero exegéticamente la definición dada por este artículo es consecuente con lo descrito y llama en buena hora a su correcta interpretación y aplicación en política pública, so pena, por falta de capacidad, de hacer las cosas a medias.
Puede haber competencia más no capacidad y esto probablemente sucede en la mayoría de las arenas del conocimiento productivo en Colombia, pero en materia de capacidades es donde reprueba la nota, sobre todo en el dominio de las fronteras productivas proclives al conocimiento con mayor dinamismo en el comercio internacional, lo cual es preciso reconocer para darle el adecuado tratamiento, sobre todo al mejorar en la absorción de competencias, así como para atraer e instalar nuevas capacidades.
Sin competencia no hay capacidad, aunque sin capacidad, si hay competencia, sea incipiente o desaprovechada. Igual se requiere capacidad para absorber las competencias y conocimiento de vanguardia, que complemente y haga útil el existente, porque, aunque se posea el saber, este solo podrá absorber nuevo y fecundar en innovación, en la medida que se aplique con capacidades dadas, en las condiciones que fija y determina cada área del conocimiento, conforme su naturaleza y las especificidades y requerimientos propios del poder hacer.