.
Analistas 06/10/2023

Régimen cínico y paranoico

Germán Bolívar-Blanco
Analista y consultor

La nación sin duda padece la peor circunstancia social en su historia republicana, resultante del daño que causa el cinismo político que vive, entendido como la degradación del debate público, según lo describe el profesor de la Universidad de Zaragoza, José Luis López de Lizaga, que define como un nuevo estilo discursivo de las democracias liberales, con inquietantes consecuencias políticas.

Este cinismo se hace evidente en la defensa pública de posiciones políticas sin fundamento cierto o cuando los mandatarios realizan afirmaciones falsas e inaceptables. Consiste en extender a lo público la definición de cinismo de la RAE como, “desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables”, que va aunado con la perturbación y fijación de ideales.

Esta condición es la característica del régimen actual, con reconocida impronta por la falta de tino y diligencia en su gestión, que tiene en la cabeza del ejecutivo alguien obsesionado con la figura de “jefe del Estado”, que no hace sino repetir a diestra y siniestra, porque pretende ser también la cabeza de los poderes legislativo y judicial, en una muestra de autoritarismo asfixiante y delirante.

No está lejos el jefe del ejecutivo en emular a Luis XIV que en 1655 con 16 años dijo en el Parlamento de París, “El Estado soy yo” (LÉtat, cést moi), cuando el absolutismo monárquico estaba en pleno apogeo, ahora con halo de autocracia de extrema izquierda con reverencias al desprestigiado comunismo que pretende reinstaurar con narrativa revolucionaria y termina siendo involucionaria.

Bien lo definen sus más cercanos colaboradores como alguien cuyos defectos son el romanticismo y soberbia, más la demostrada victimización, complejos y resentimiento, donde el supuesto golpe blando al Estado y conspiración son síntomas más del régimen cínico y paranoico que lidera con lujo de detalles y nos tiene como estamos de mal, sin que la oposición haya utilizado las macabras vías de hecho, la constante promovida durante décadas por quienes hoy tienen el poder con el agravante que premian al que actúa mal en perversa espiral destructiva.

Ahora todo el que discrepa del régimen conspira para tumbarlo siendo el enemigo que aniquilar. De ahí su aprensión con los medios de comunicación que, aunado al estilo impositivo de las reformas inconsultas, sin los análisis y debates requeridos, impulsadas como la política de cambio del gobierno, precipitó la caída o retraso de las consideradas como las fundamentales, como la laboral radicada de nuevo sin mayor cambio, igual las de la salud y pensiones que siguen en incierto debate en la actual legislatura.

Una de las formas más usadas por este régimen despiadado se da en el discurso polarizante de lucha de clases que sataniza al capital y los ricos, cuando apoltronados en sus posiciones son revolucionarios que usan ropa y accesorios de marca, pero además se dan vida aristocrática como reyezuelos que jamás vivirían como lo hace el pueblo, al que buscan igualar a la baja e impedir que emerja y enriquezca, porque esos derechos están reservados a la elite que gobierna y la de sus cómplices. ¿Habrase visto semejante despropósito?

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA