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Analistas 23/10/2024

Condicionamientos trastornados

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

Durante 2013, meses después de la publicación de “Por qué fracasan los Países”, Morozov ungió al Condicionamiento Operante como el “verdadero santo patrón” económico (To Save Everything, 307/311). Ahora, en cinco días pasamos de ignorar otro Día Mundial de la Salud Mental, a reconocer la necesidad de cambiar los objetivos, las reglas, los premios y los castigos del injusto juego socioeconómico, gracias al Nobel de Economía.

Una profecía «reza» que el capitalismo acarrearía su propio apocalipsis. Metaculus «tienta» al mercado, promediando 0.084 en la Escala Brier, donde 0 equivale al acierto predictivo, y la Fed reconoce «señales» de estrés mediático, para calibrar su Sentiment Index. Como sea, favoreciendo la autodestrucción y el maltrato, en la era de la «desregulación», nuestras elecciones están predeterminadas por la “Tétrada Oscura” del narcisismo, maquiavelismo, sadismo y negativismo (t.ly/5ZHEY, 3/7/2024).

Estando de moda la automedicación y la prescripción de analgésicos o alucinógenos, Read les atribuyó irracionalidad económica a los diagnósticos y tratamientos «psi» (Modelos de Locura, 2006). También señaló que los trastornos se debían a que la democracia neoliberal ancló 99,7% de la población a carencias esenciales, diversificando falsos dilemas mientras suministra nocivas opciones, obsesiones o adicciones.

La tecnocracia también está alterada. La econometría preserva abusos históricos; las matemáticas financieras reproducen leyes arbitrarias, asimétricas o desproporcionadas, y los esquemas fiduciarios proyectan ficciones o trucos. Semejantes motores económicos impulsaron, entre otros males, el colapso (burnout), la insensibilidad (detachment) y el desvarío (envidia, acaparamiento o voracidad).

Dispuesta a pagar cualquier precio por algún «escape», incluso la gente «normal» adoptó el carácter antisocial que otorga licencia para romper las reglas o los límites. Y, entre tanta desesperación o desesperanza, etiquetó como salvadores a los verdugos supraconstitucionales que abanderan la economía de la información, financiera o de marketing.

Desde entonces, viralizando el estímulo-respuesta, acata «recomendaciones» que desinhiben o programan al antojo de terceros, quienes anulan alternativas, inducen tendencias y refuerzan dependencias, usando “Cajas Negras-Skinner” que inoculan subliminales, entretenimiento o gamificación.

Galardonados con el Nobel de Economía, el psicólogo Kahneman develó la torpeza o incoherencia de nuestras decisiones, y Thaler propuso diseñar correctores electorales, sin sesgar opciones. Sin embargo, las salvajes apps siguen monetizando nuestras debilidades, mientras dosifican la retribución transando hasta $1 canjeable: menos que la infame línea de pobreza.

El capitalismo prometió Éxtasis y terminó institucionalizando el Estasis -estancamiento-. Enajenados, los sobrevivientes reflejan inconciencia, negación o indiferencia, mientras que la ausencia de oportunidades reales normalizó la cronicidad de la enervación, tortura aspiracional o “libertad condicional” que impone el mercado.

El albedrío no existe, y la Preferencia Revelada está distorsionada por condicionamientos, restricciones o falsos empoderamientos, como la deuda. Sofisticando esa tiranía, las neurociencias corporativas manipularán la relajación-circulación monetaria.

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