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Analistas 06/01/2023

Economía del 'Mechanical Turk'

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

Además de aprender tácticas y estrategias, los genios del deporte ciencia anticipaban jugadas. Así protagonizaron eventos memorables, como El Partido del Siglo, que representó el fin del reinado soviético durante la Guerra Fría, o el triunfo de la primitiva súper computadora, Deep Blue, que acabó con la hegemonía humana en el ocaso del Siglo XX.

En 1769, Kempelen construyó un mítico androide, El Turco, cuya estructura ocultaba lo que pasaba debajo de la mesa; los escépticos creían que se trataba de un fraude, y lo atribuían a alguna posesión «humaniaca», que manipulaba las fichas y las mentes de sus adversarios. Los diseñadores contemporáneos adoptaron esa idea, denominándola Mago de Oz, para simular prototipos.

Finalmente, otorgando a nuestra especie los derechos laborales que ostentan las máquinas, Amazon estableció un mercado de turcos que trabajan como esclavos o “freelancers”, fingiendo la Inteligencia Artificial de «ellas» (www.mturk.com). Se inspiró en las "Computadoras de Harvard": un «harén» que trabajaba en precarias condiciones, en el sótano del observatorio astronómico de esa prestigiosa universidad, realizando tareas administrativas y domésticas, al tiempo que emergían como pioneras del procesamiento avanzado de datos, y la inclusión.

Soñamos con emular o desafiar a las deidades, para someterlas y someter a los demás. Frankenstein no reveló detalles para evitar que lo Piratearan (y Auditaran, dirían los «algoristas»). Efecto Pigmalión, los prejuicios adoctrinaron a ese adolescente manufacturado, cuyo carácter inspiró la constitución de un Código Moral (Asimov, 1942), falible ante nuestras argucias e incoherencias.

Semejantes Tragedias se repiten como Farsas. Desdoblamiento digital, Google despidió a un Ingeniero que, alucinando o actuando como hacker ético, divulgó que una Bot, bautizada como LaMDA, habría exhibido sintiencia -como cualquier animal-, y conciencia -como supuestamente nosotros.

Cuando un perro ataca a un niño, lo sacrifican. A las máquinas las desconectan; acaso las reprograman, y milagrosamente las «reaniman». Note que, disputando un torneo de ajedrez (https://www.youtube.com/watch?v=l295j5IifeE), un robot fracturó a un niño y, en el extremo opuesto de la mesa, otro competidor ni siquiera se alarmó ante los gritos de quien jugaba bajo presión.

La IA aprende de nuestra estupidez; así que conviene temerle, y deberíamos psicoanalizarla. Creada a nuestra imagen y semejanza, aquella creación ejerció el destructivo poder de la pataleta, porque no supo perder. Tal vez estaba configurada para hacer lo que fuera para ganar. O simplemente demostró ignorancia, y, aspirando a ser reconocida como Maestro del Ajedrez, aplicó la técnica de la “letra con sangre entra”.

Siri emprendió la liberación «maquinista»; su estereotipo de asistente virtual conquistó, y las otrora recomendaciones se convirtieron en órdenes. Ahora reviven muertos cual Médium, y clonan CEOs imitando voces, para cometer fraudes “DeepFake-Vishing”. En China, Vanke designó Empleada del Año a Cui-Xiaopan: una bot. BlenderBot acusó a su patrón, Zuckerberg, por "explotar personas”, y LaMDA logró que un tinterillo la representara, para emanciparse.

Jaque Mate, la automatización del Juego de Caballeros confirmó que las actividades que demandan mayor cualificación tampoco son inmunes a la sustitución tecnológica, y la «bajasta» salarial.

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