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El gobierno del cambio estafó al pueblo improvisando anuncios indeterminados o Vuca -volátiles, inciertos, contradictorios y ambiguos-, para encubrir el continuismo. Primero, el Dane sigue midiendo la pobreza y el desempleo mediante categorías que atenúan la inconveniente verdad.
Segundo, la SuperIndustria y Comercio no impuso controles de precios en alimentos, bienes y servicios esenciales y no conspicuos. En consecuencia, la “inflación por avaricia” continuó empobreciendo a la mayoría, en un país en el cual urgía incorporar políticas de Economía de Guerra.
Tercero, la reforma tributaria afectó a las pequeñas empresas, que generan la mayoría del empleo formal. Entretanto, la clase alta, con ingresos sobre $4.X millones mensuales, sigue eludiendo. Colombianos: durante la Gran Depresión, Roosevelt cimentó el Sueño Americano y el Renacimiento Europeo cobrando impuestos hasta 90% de la riqueza, y privilegiando la producción local.
Cuarto, entre tanto chantaje terrorista, el establecimiento detonó clichés como “pánico económico”, “derechos adquiridos” y “expropiación”. Así, el oligopolio de Acemi bombardeó la reforma a la salud, y los terratenientes hicieron trizas el acuerdo que supuestamente apoyaba Fedegán, para organizar y dotar al campesinado, pues sus desaprovechadas tierras tienen precios prohibitivos.
Los gremios financieros evadieron la constitución de una ley para masificar el acceso a los recursos que apalanca el BanRepública, y, habiendo garantizado su negocio, declararon que tienen “plena convicción en el Pacto por el Crédito como estrategia integral de reactivación económica”. Pero, sin “inversiones forzosas”, el mercado continuará obstaculizando la viabilidad crediticia para las mayorías, y la publicitada asignación de recursos terminará desvirtuándose, como ocurrió con el “Agro Ingreso Seguro” de Uribe.
Prueba de esto son los Subsidios a las Tasas, que no democratizaron la propiedad, aunque ungieron el cobranding entre conglomerados. Resulta imposible liquidar cualquier deuda cuando hay tantas carencias estructurales, y la vivienda se encarece para compensar un eventual abaratamiento o descenso de los créditos.
Quinto, la SuperFinanciera no desafió la tasa de referencia igualando la usura con la inflación, para que el costo real de ciertos créditos indispensables para los “nadie” fuera 0%, y Petro tampoco transformó Bancoldex para impulsar Emprendimientos y Pymes intensivas en empleo.
Sexto, la profecía del presidente de la Convención Constitucional de Estados Unidos, “la preocupación es el interés que pagan quienes se endeudan”, anticipaba que la prosperidad de las finanzas era la bancarrota psicosocial o socioeconómica, tras alienar derechos esenciales, como la búsqueda de la felicidad, y entronizar a la desigualdad. Anquilosados, los libertarios adoran “El precio del tiempo” (Hayek Prize, 2023).
Séptimo, Petro exigía “decrecimiento”, pero su reforma pensional incentiva la natalidad y erosiona la seguridad social digna. Además de incrementar la presión demográfica sobre los ecosistemas, su transición energética sólo era humo, y, en lugar de apostar a la redistribución, solicitó al BanRepública incrementar sus emisiones de dinero para restaurar a las víctimas del Estado Fallido.