.
Analistas 03/07/2024

¿Guerra de precios?

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

Anunciando descuentos de hasta 80%, Fenalco perjuró que consumir la prima resolvería los problemas en un país donde ese beneficio apenas lo disfruta una minoría, y falta invertir en empleo productivo. Ese gremio ha sido tradicionalmente liderado por neoliberales que dependen del proteccionismo de sus terratenientes, y el empuje de sus palancas políticas.

Cabal se deriva de extremo; significa ajustado a peso o medida, y como adverbio implica un «justo precio». Sin embargo, fuera de juicio, la engañosa «primatón», en la era de la «reduflación», oculta que las dádivas se desvirtuaron tras etiquetarlas como valor agregado o de responsabilidad social empresarial.

En las relaciones comerciales, las promociones constituyen una estafa pues dichas campañas, estacionales, fueron concebidas para neutralizar o compensar potenciales pérdidas causadas por productos que pasaron de moda o están próximos a caducar; saldar inventarios estancados o edulcorar informes.

Si no abusaran del cliente, moderarían los precios y los mantendrían estables; sin embargo, prefieren fomentar la especulación y capitalizar la inflación por avaricia entre cada intermediario. Empero, los descuentos, las ventas al mayor o las «ñapas», v.g. 2x1, son manipulaciones porque previamente han ajustado los precios para aprovisionar la presunta “ganga”. Esas prácticas, además, nutren la irracionalidad del acaparamiento, la voracidad y el derroche; como ejemplo, mire los “trash influencers”.

En las relaciones laborales, sus incentivos también son perversos. Las comisiones y los bonos por mérito desencadenaron una corrupción sistemática, del propósito, el indicador o la meta. Finalmente, la evasión de responsabilidades contractuales recobró valor, después de haber modernizado el destajo, y el pago fondeado con propinas conserva una injustificada legitimidad.

Habría que propinar una liquidación a ese esquema piramidal, considerando que, en EE.UU., 83,8% de las empresas viola las dignidades laborales; los clientes aportan hasta 71% de la remuneración por hora, y el empleador se limita a completar el “salario mínimo por propina”, que permanece estancado desde el siglo pasado, sin una debida corrección, por lo que se ha degradado (Behind USA’s Tip Culture, https://t.ly/LlsRx, 25/4/2023).

Aquí, entretanto, además del “Cartel del IVA”, la propina usualmente excede al “impoconsumo”, y ese cobro sugerido es automáticamente acreditado a las cuentas empresariales, que expropian lo que deberían transferir a quienes tratan como «voluntarios», pues no son estrictamente empleados. Además del contrabando, la Dian ignora esa consabida manipulación de cuentas; y la Superintendencia de Industria y Comercio tampoco interviene ese régimen de explotación de la informalidad.

Paradójicamente, Cuba anunció que activará una “Economía de Guerra”, para mitigar el racionamiento de productos de primera necesidad, y resolver desequilibrios que incluyen la contracción del PIB, inestabilidad de precios y elevada inflación, adoptando medidas para corregir recurrentes distorsiones, como una “Política de Precios Únicos”.

En Estados Unidos, la Comisión Federal de Comercio confrontó a los oligopolios digitales, y Carrefour castigó a varias marcas chatarra, que incrementaban de manera injustificada los precios o imponían exagerados márgenes de ganancias.

Conozca los beneficios exclusivos para
nuestros suscriptores

ACCEDA YA SUSCRÍBASE YA