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Argumentando que el socialismo convertía a los humanos en parásitos, la economía viralizó la adicción al trabajo (workaholic). Aunque se suponía que la suerte se nutriría del esfuerzo, y el éxito del riesgo asumido, los incentivos resultan ser incoherentes o injustos, pues intentarlo resultó no ser suficiente, la competencia se canibalizó y el mérito se corrompió.
Este 2022 otorgaron el Ig Nobel de Economía al equipo de un científico italiano que había ganado la categoría Management en 2010, por hallazgos convergentes. Su primer galardón fue “por demostrar matemáticamente que las organizaciones serían más eficientes si las promociones se hicieran al azar”. Consecuente, el segundo reconocimiento fue “por explicar, matemáticamente, por qué el éxito no tienden a alcanzarlo las personas más talentosas, sino las más afortunadas” (improbable.com/ig/winners/).
En síntesis, contrastaron la Distribución “Normal” que se asocia a la inteligencia de los individuos, con la Ley de Potencias (Pareto) vinculada a la masificación de la pobreza y la concentración de la riqueza.
Utilizando un Modelo Simple Basado en Agentes reprodujeron esa Tiranía del Mérito, advirtiendo que el azar permitía explicar los caprichos del éxito. A esa atribución fortuita, que bifurca los destinos y segrega a la sociedad, la denominaron “Meritocracia Ingenua” porque confunde el logro, la competencia y la suerte.
Breve digresión, los griegos anticiparon que la democracia podía viciarse, porque los comicios otorgaban ventajas inmerecidas a la minoría que ostentaba riquezas o prerrogativas heredadas. Por eso promovieron que sus líderes fueran elegidos mediante “insaculación”: un “sorteo” a ciegas en el que todos los participantes estaban en igualdad de condiciones para ganar la dignidad a la que aspiraban.
Así perfeccionaron una máquina etiquetada como “kleroterion”. Además, conscientes de que “el poder corrompe”, promovían la rotación limitando los periodos de ejercicio, y conformaron Jurados de hasta 500 personas, porque dicho volumen dificultaba la práctica del soborno.
Retomando, el anterior premio lo obtuvieron por simular el Principio de Incompetencia de Peter (1969), según el cual las jerarquías modernas proyectan correlación inversa entre los cargos directivos y la capacidad de quienes los ocupan; además, las estructuras deben agrandarse para garantizar eficacia organizacional. Derivado de lo anterior, recomiendo El Principio de Dilbert; un cómic rechazado por los Gurúes de Recursos Humanos, porque ridiculiza sus ficticias o entorpecidas teorías.
Si Usted hace parte de la minoría que ocupa algún cargo de Supervisión, seguramente habrá objetado aquella diatriba, motivado por el Efecto Dunning-Kruger: un sesgo cognitivo que impulsa a las personas con menor habilidad a sobreestimar su capacidad, y clasificarse por encima de sus pares en los procesos de autoevaluación del desempeño, porque no han aprendido a distinguir cuáles rasgos diferencian las buenas y malas competencias.
Termino conectando con el ensayo Libres para Obedecer (2022), según el cual el nazismo modeló la cultura neoliberal de la “gestión” moderna, donde se exterminan empleos, se estimula la “alienación voluntaria” (Kraft durch Freude) y al trabajador no se le denomina “subordinado” sino “colaborador”.