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Hace dos siglos, el Florero de Llorente detonó la Independencia. Y sobrevino la Patria Boba: el Cinturón de Hommes asfixió a los ciudadanos; la Mermelada de Echeverry atrajo plagas, y el Huevo de Carrasquilla detonó la reacción civil contra el Régimen Duque, hasta la madrugada del 20 de junio, cuando media República vitoreaba “cesó la horrible noche”.
En la primera batalla, el 29 de mayo, 80% de los votantes derrotó a la derecha. El Centro siempre ha demostrado ser difuso o falaz, y el péndulo rebotó; entonces arremetió la anti izquierda, acentuando la beligerancia de la disputa definitiva, entre quienes habían jurado derrocar al Establecimiento.
Las Instituciones del Mercado causaron las crisis que acarreamos, desde que el neoliberalismo exterminó las iniciativas socialdemócratas de la posguerra. Terroristas, las bancas de inversión y las calificadoras de riesgo son falsos contrapesos del desequilibrado capitalismo, y sus sesgadas premoniciones desacreditaron las propuestas disruptivas, como si la continuidad de lo iniciado por Gaviria pudiera etiquetarse de «no fracaso» o «no engaño», considerando que se aprovechó del Nuevo Liberalismo para ejercer el Neoconservadurismo.
Condenan la clausura de la exploración petrolera, aunque la dictó la Agencia Internacional de Energía (Net Zero by 2050, 2021); cuestionan el proteccionismo agrícola, porque es exclusivo para EE.UU. y Europa; cruzan los dedos para que no se erradique la corrupción, y auspician los votos de pobreza para 99% de los ciudadanos.
Celebraron que el progresismo no hubiera ganado en primera, y, para que el modelo «no sufriera» alteraciones, improvisaron trinchera tras un empresario trumpista. En consecuencia, el balotaje anunciaba que, según reflexiona El Gatopardo, es posible que pudiera ganar un exguerrillero, pero el presidencialismo no se hubiera alterado.
Y se camuflaron en la *gabinetología*. A cambio de nominar a Cecilia López como Primera Ministra de Hacienda, reencaucharon a Ocampo; no quedan dudas, ese experto ha trabajado para todos los expresidentes, y sin novedades se presentó como el Caballo de Troya del establecimiento (Caracol, 1/7/2022).
Abogará por el petróleo y la ganadería. No regulará los precios ni socializará las tasas, para democratizar la propiedad. También evadirá la erradicación de los onerosos subsidios y beneficios tributarios, empeñando una «reforma moderada» que terminará siendo otro oxímoron para «procrastinar» el urgente cambio, o meterle «reversa».
El BanRepública continuará trabajando para el sector financiero: no para los ciudadanos. La banca seguirá ejerciendo arbitraje, y el nuevo gobierno tampoco publicará los datos anonimizados de las declaraciones de impuestos, impidiendo avanzar hacia la verdad, justicia, reparación y no repetición.
Paradoja colombiana, mientras que el presidente electo es exguerrillero, los tecnócratas y los mercados mantienen secuestrado al Estado Social de Derecho, propiciando la comisión de delitos de lesa humanidad; justifican los incumplimientos de la Constitución, e instan al Congreso, y demás Instituciones desprestigiadas, a sabotear los cambios radicales que demandamos en las urnas, mediante Petro y «RodolFulano».
Este 20 de julio celebremos las segundas oportunidades, porque si fracasan “las tinieblas arrasarán”.