MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Los escalafones de competitividad e innovación permiten distinguir entre Países Bajos, Medianos o Altos. Colombia se ubica en la parte baja de la mediana: para ser un país alto, ¿qué ruta debemos seguir?
Convengamos que nuestro futuro económico dependerá de la agricultura (y el turismo). Considere, además, que nuestra tradición ha sido importar ciencia y tecnología (CT+I) de países con potencial natural, que supieron desarrollar ventajas comparativas. Sin embargo, el cambio climático alterará radicalmente las restricciones de estos modelos de producción agrícola.
De hecho, la mitad de nuestra área cultivable estará degradada en 2050 (Ipbes, 2018). Por esto parece razonable mirar hacia los Países Bajos, que, pese a tener frontera agrícola insuficiente, ostenta ‘altos’ estándares de innovación, competitividad e ingreso. Entonces, dado que mínimo necesitamos garantizar nuestra seguridad alimentaria, y que podemos ser una despensa para el mundo, empecemos por convertirnos en su granja principal.
Considere que el Top-5 de exportadores de alimentos lo conforman la UE, EE.UU., Brasil, China y Canadá. Visto así, regiones extensas; sin embargo, descomponiendo el bloque europeo, el segundo exportador agrícola es ese Reino cuyo territorio es 28 veces menor que el colombiano, y 237 veces más pequeño que el estadounidense. No obstante esta comparación, entre miembros Ocde, Holanda produce 37 veces más que nosotros, y casi equipara a los otros.
Siendo el último país occidental que sufrió hambruna (National Geographic Magazine, 2017), ¿cómo optimizó su calidad, productividad y sostenibilidad?
Acondicionando un sistema de desarrollo alimentario, denominado ‘Food Valley’, donde la pertinencia y priorización de las iniciativas de CT+I es determinada o validada por los pequeños productores y empresarios (no por los investigadores o funcionarios de gobierno): no es casualidad que Holanda sea distinguida como el segundo país más innovador, y el sexto más competitivo.
Se meta fue cosechar “el doble de comida usando la mitad de recursos”. Para lograrlo instrumentaron la agricultura de precisión, de modo que maximizaron el aprovechamiento de los recursos y minimizaron los residuos: p. ej., redujeron 90% el consumo de agua.
También superaron sus limitaciones superficiales, y evolucionaron del paradigma del monocultivo, implantando la agricultura vertical. Acondicionaron espacios que les permitieron producir 24 horas-día, reproduciendo cualquier clase de clima, diseñando iluminación LED (Aumentando la productividad de los cultivos de invernadero con luz artificial ajustada a la eficiencia espectral de la fotosíntesis. Paula Acuña. UN, 2015), y se convirtieron en los principales exportadores de tomate mediterráneo, papa, cebolla, vegetales, y semillas.
Entretanto, en Colombia los escasos recursos para CT+I se malgastan y ofrecen pobres resultados. Nuestro patrón de especialización es errante, y la falta de cooperación, además del microfundismo, fundieron la viabilidad de inversión, a gran escala, en CT+I.
Imagine una fusión entre nuestra superficie, la CT+I holandesa, y recursos multilaterales. Por ahora, les propongo crear pequeñas huertas verticales en casa, para autoabastecernos de alimentos básicos: vivamos la agricultura urbana, en familia.