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La corrupción es tan insostenible como la deuda; pero, aprovechando esa cortina de humo, Duque jura que la *democratización* crediticia es la panacea para un país sin paz financiera.
La deuda es un invento tan absurdo, como los arbitrarios precios; bastión del capitalismo, oculta la pobreza. Anticipa algo que no ha sido cultivado -y probablemente nunca pueda cosecharse-, usando trucos matemáticos como el valor del dinero en el tiempo, o el costo promedio del capital -Wacc-, según el cual la “Deuda 0” es irracional.
Mientras que los países más progresistas -Suecia, Dinamarca o Nueva Zelanda- prácticamente no tienen deudas, en Estados Unidos desbordaron a la Fed y el PIB, tras haberlas saldado en 1835. Respecto a los países pobres o mediocres, no hay señales de evolución hacia el perdón financiero, según el Common Framework for Debt Treatments, y las iniciativas Hipc o Dssi, que apenas reestructuran o reducen las penas.
En consecuencia, a escala global, persiste esa crisis sistémica. Y, a nivel individual, el subempleo o la pérdida de capacidad adquisitiva siguen sirviendo de anzuelo, pues, a priori, los intereses valen más que los activos, y, a posteriori, el costo de oportunidad implica vender para saldar o hipotecar para reinvertir.
Aquí, Duque resucitó su ominosa Misión del Mercado de Capitales, prometiendo “Financiamiento para Todos”. Sin embargo, su enfoque no corrige las fallas del mercado; llama a su mermelada *inclusión*, y elimina algunas barreras de entrada al sistema, pero ninguna de salida, por lo que seguirá secuestrando o empeñando a los colombianos, hasta por 11 generaciones.
Tras *socializar* las pérdidas y los rescates del sector financiero, estamos en bancarrota; no disponemos de suficiente flujo de caja para satisfacer necesidades básicas y requerimos Acompañamiento a Deudores. Causa raíz, hay cartelización y ninguna entidad revolucionará las condiciones reduciendo los intereses; incluso el microcrédito es usurero, y los subsidios a las tasas afianzaron la *reduflación* y la concentración de la riqueza.
Además, preocupa la eventual vulnerabilidad del FNG, que absorbió toda la carga de la pandemia porque los recursos del BanRepública siempre han sido ociosos, o exclusivamente dedicados a financiar bancos sin responsabilidad social.
Entonces, en los sectores que determinan el bienestar, regulen los precios y las rentas; de hecho, el FMI acaba de recomendar que suban los impuestos a las empresas que usufructuaron transferencias estatales.
Como complemento, para quienes no tienen propiedad, desarrollen fondos rotatorios donde sólo deban honrar la deuda principal, sin arruinarse pagando intereses. Y fomenten el emprendimiento aplicando la tasa con la que el BanRepública subsidia a los bancos, o aquellas con las que esas entidades benefician a sus funcionarios.
Agrosavia, el MinAgricultura y el Sector Privado están en mora de sacar a Colombia del inaceptable rezago en el Índice de Seguridad Alimentaria, Gfsi. Colmo de males, según Naciones Unidas (Unfpa), más de la mitad de los embarazos son no deseados: los demás carecen de recursos para comprar una vida digna, siendo necesario establecer controles demográficos para garantizar la financiación de los derechos fundamentales.