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Durante diciembre viajamos entre añoranzas y promesas, hasta que la Epifanía nos despierte. Entonces habrán transcurrido 12 veladas desde la Nochebuena, cuando invocamos a los Fantasmas de las Navidades del Ayer -arrepentido-, Hoy -compasivo- y Mañana -maldito, según Petro-. Reflexionemos sobre nuestro lugar en este ciclo.
Ciencia. La experiencia se ralentiza en el Sol y se hace fugaz ante la Luna. Para superar la frontera cronológica deberíamos desplazarnos a la velocidad de la luz, y en esta época la imaginación se impulsa con fibras ópticas o pantallas LED. Como sea, nuestras observaciones registran el pasado, que se aleja irradiando rojo o sonando grave.
Ficción. Idealizados, los vehículos financieros simulan traslados entre el presente y el futuro, distorsionando los parámetros o manipulando las condiciones. Entretanto, la economía real se estrella y la movilidad social se paraliza: las proyecciones se vuelven borrosas o se sonrojan, porque el valor del dinero y el poder adquisitivo se desvanecen ante la lente de la reduflación, que produce divergencia, y la tasa de referencia nunca corrigió esa defectuosa visión mercantil.
Apocalipsis. La institucionalización del acaparamiento y la usura extinguió el estado de bienestar, y condenó a la humanidad a ser absorbida por agujeros negros donde la dignidad se relativiza o deforma mediante la prohibitiva subsistencia, el egoísmo patrimonial y el entrelazamiento especulativo-antisocial.
Medieval. Los tecnócratas perjuran que tienen la posverdad revelada, suscriben estudios que atentan contra la fe pública y degradan cualquier reforma estructural, rezando ceteris paribus. La gravedad de su corrupción colapsó a la socialdemocracia, y siguen levitando debido al magnetismo que inducen los intereses latentes, mientras basculan a los presuntos contrapesos.
Antidemocracia. La antimateria y la energía oscura constituyen 95% del universo. Aquí, la destrucción y el vacío se expanden mediante el transfuguismo cuántico, el oportunismo electoral y la conformidad burocrática, entre las arbitrarias cortes, los ruidosos parlamentarios, los disfuncionales órganos de control y las autoinmunes entidades independientes, como el BanRepública.
Trayectoria. El hijo pródigo del gobierno del cambio, ahora acogido como embajador en la potencia que más nos humilla, navegó por El Tiempo advirtiendo la “repetida impuntualidad” petrista (t.ly/vXnic, 14/6/2012). Nunca rectificó sus continuos retrasos, en 2022 no tenía redactadas las reformas que había anunciado, y sus erráticas versiones fueron regresivas, 3 décadas después de que Gaviria frustrara otra “bienvenida al futuro”, ante el universo paralelo de la constituyente.
Anacronía. Un colombiano en el extranjero me dijo que Colombia “«No VIS-ualiza» los problemas a tiempo”. En 2022, la palabra de moda era «cambio»: lo único permanente, según Heráclito, antes de Cristo. Este año revivió «caquistocracia», que siglos atrás criticaba la perversión estatal. Finalmente, anticipando 2025, sugiero repasar ‘Los Hombres Huecos’ (Eliot), porque este periodo no termina con un «estallido» sino con un «gemido».
Actualmente, el “reloj del fin del mundo” tiene el peor registro de la historia (t.ly/aldov). Desafiando ese horizonte, dejemos de reproducir periódicos de ayer, generemos mejores recuerdos y estelaricemos milagros.