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Analistas 08/01/2025

Reyes Magos: Certeza, caos y azar

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

Cosechando experiencias y cultivando compromisos, ¿Los deseos darán frutos en 2025?

La izquierda perjura que la igualdad, garantizada sin esfuerzo, equivale a progreso. Entretanto, el neoliberalismo blufea que el juego económico es justo; promete que quien no sea vago tendrá iguales chances de éxito que alguien poderoso, pero el scoring depende inicialmente de los estereotipos que degradan cualquier esperanza matemática.

Sintetizando eventos de nuestra historia reciente, en 2022 la mayoría de los ciudadanos decidimos que múltiples cambios sistémicos eran necesarios. Pero eso no fue suficiente, porque el parlamento redujo al absurdo aquella alternativa inventando un falso dilema: las reformas de Petro versus ninguna enmienda.

Fracasado, el presidente culpó a las tragamonedas que instalaron las comisiones económicas del Congreso. En la mesa de póker del BanRepública, además, requería tener a favor 4/7 cartas, pero su primer MinHacienda eligió un comodín -Acosta-, el segundo reeligió al gerente neoliberal -Villar-, y el tercero cambiará dos cartas: ¿Esa Mano Visible vencerá las apuestas?

La Corte Constitucional también marca la carta magna. Nos ancla al pasado preservando ciertos derechos adquiridos, injustificados o desproporcionados, y derroca cualquier intento para superar esa inercia, subordinándolo a parámetros manipulados o límites inefectivos, como la tirana regla fiscal.

Los controles tampoco son correctores. Los oligopolios y la disfuncional contratación pública parecen intocables. El estatuto tributario incentiva la elusión, y destruye empresas o empleos. Y la política monetaria garantiza inequidad o fomenta un crecimiento mediocre, porque siempre pone sus fichas para que gane el establecimiento.

Predecible, el destino de nuestra caótica República seguirá siendo un «esta-do fa-llido». Cargada, la independencia de poderes está politizada. Devaluado, el cambio siguió la “trayectoria del borracho” o le cedió su turno al clientelismo. Y los insensibles econometristas únicamente hacen ajustes marginales, conservando el todo que aprisiona (t.ly/jHSsG).

Para identificar patrones, evaluar riegos y formular leyes, en ciencias naturales el esquema tradicional, frecuentista, tiene sentido porque la realidad “es”. Sin embargo, en asuntos psicosociales o socioeconómicos necesitamos enfoques diferenciales, pues las observaciones son singulares, están condicionadas o se relativizan.

Al respecto, el aprendizaje bayesiano permite reivindicar la subjetividad y asimilar la variabilidad, incertidumbre y ambigüedad -Vuca-. No desestima a priori la evidencia, aunque parezca anómala, y la aprovecha para reflexionar si apalanca nuevas tendencias. Asimismo, actualizando continuamente los supuestos, ese paradigma invita a reconocer cualquier sesgo o heurística que altere cada juicio o decisión, según reveló Kahneman -psicólogo Nobel de Economía- pues los tecnócratas tampoco son íntegramente morales, y sus sistemáticas “dudas razonables” han avalado incontables falsos positivos y negativos.

Avanzando hacia conclusiones plausibles, reinventemos los indicadores oficiales. El Ig Nobel de Economía 2022 demostró que la suerte era determinante, y en la antigüedad los representantes públicos eran elegidos mediante mecanismos aleatorios (t.ly/ctjrr), que restauraban la democracia eliminando la compra de votos y haciendo equiprobable que cualquier ciudadano fuese parlamentario.

Finalmente, liberaría al Congreso de la polarización, resolviendo sus dilemas (t.ly/nifNA, 2023). Imagine cuánto tiempo, conflicto y corrupto nos ahorraríamos.

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