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Analistas 17/03/2022

Tiranosaurios y tiranos áureos

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

El planeta urge intervenciones radicales para superar, entre otras crisis, su adicción a la combustión. Pero el oligopolio fósil extingue cualquier reforma; la Unión Europea está arrodillada ante el suministro ruso, y Biden lo sustituyó con el de otros *tiranos áureos*, como Maduro, en lugar de anunciar el fin del oro negro.

La luz coexiste con la sombra, y, así como nuestra imperfecta inteligencia ha creado progreso, adaptándose o transformando a la naturaleza, también ha gestado destrucción. El mercado es más poderoso que la humanidad, y la sostenibilidad parece inviable, aunque el costo total de la propiedad sea menor para las fuentes genuinamente verdes, que no dependen de la capacidad de combustión instalada o prospectada.

Planet of the Humans (2020) reveló falsedades bajo la presunta transición, que van desde la generación de electricidad a partir de combustibles tradicionales, para alimentar plantas o impulsar vehículos, hasta el uso de carbón para fabricar turbinas eólicas o paneles solares, cuya efectividad energética también amerita cuestionamientos (Assessing the lifecycle greenhouse emissions from solar PV and wind energy: A critical meta-survey, 2014).

Además, es usual que extraigan el hidrógeno de las mismas fuentes contaminantes, siendo etiquetado como gris o azul: economía desteñida, esa es la falaz revolución que promete Ecopetrol, empresa que ni siquiera pudo prolongar el horizonte de autoabastecimiento de crudo, y, por pereza e incompetencia estratégica, sigue dependiendo de los anómalos precios récord, ahora proyectados por JPMorgan hasta US$185 *gracias* a la guerra, para sobrevivir.

Tiranosaurio, Duque decidió mantener ese rumbo pues el Conpes de Transición Energética no reducirá la explotación del petróleo y sus derivados, que también se perpetúan mediante el plástico y los fertilizantes-pesticidas agrícolas. Finalmente, la Ley 2099 de 2021 acaso integraría 1 gigawatt, obtenido procesando Hidrógeno, en 2030.

Tenga en cuenta que, actualmente, el país puede generar hasta 18 gigawatts, y la electricidad limpia representa menos del 15% de nuestra matriz energética. Entonces, Ecopetrol y Colombia son potencias en *greenwashing*: la desesperada estrategia que proyecta una falsa imagen de innovación tecnológica o responsabilidad ambiental.

Desvariando, sin la disponibilidad ni confiabilidad que prometía Hidroituango, los molinos del Parque Eólico Guajira impactaron a quien gobierna esta República de Barataria, donde abundan las zonas con pobreza energética. Finalmente, creyendo que quien peca y reza empata, anunció durante CeraWeek, un evento petrolero realizado en Texas, que compensaron las emisiones producidas para exportar 1 millón de barriles.

Mentiroso, ignorante y mal asesorado, insistió en desperdiciar el costo de oportunidad, y, a cambio de perjurar que seríamos el Silicon Valley Latino o la Despensa del Mundo, pudo apostar que seríamos el núcleo de la electrólisis.

Contrapunto. Ante la amenazante Bomba H, la ONU demostró que siempre ha estado pegada con babas. Abandonó a Ucrania, ofreciendo únicamente palabras de apoyo; también saludó a la bandera con ocasión de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los Acuerdos sobre Cambio Climático, y el mecanismo Covax, que tampoco impidió nuestro “fracaso moral catastrófico”.

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