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Aprovechando el espíritu navideño y de fin de año, quiero dedicar esta columna a la urgente tarea de mejorar los procesos pedagógicos en torno a la extracción y explotación de nuestros recursos minerales. A lo largo de este año, he subrayado la importancia de gestionar de manera sostenible la riqueza mineral que yace en el subsuelo de nuestro país.
No podemos ignorar los desafíos que enfrentamos como sociedad y como nación; el sector minero es estratégico para la economía colombiana, y requiere un respaldo decidido del gobierno nacional. Este apoyo es crucial para que el sector sea percibido como un motor de desarrollo tanto para las comunidades locales como para las regionales y nacionales.
La minería no es solo una fuente de ingresos; es una vía para el progreso social y económico. La transición energética, la reindustrialización, la producción de fertilizantes, y la creación de infraestructura como vías terciarias son solo algunas de las oportunidades que se presentan. Además, el avance hacia la seguridad energética y el aprovechamiento de minerales estratégicos, críticos y tierras raras, son fundamentales en el contexto global actual.
Sin embargo, para poder aprovechar estas oportunidades, es esencial contar con Voluntad Política firme. Necesitamos que los formuladores de políticas públicas reconozcan en el sector minero un aliado clave que puede proporcionar las bases para un crecimiento sostenible y significativo.
Países como Indonesia, México, Chile, Brasil, Japón, China, Estados Unidos, Perú y Canadá han comprendido el valor del sector minero como un pilar para su crecimiento económico. Estos países han creado un entorno propicio para la minería, lo que ha permitido que este sector impulse su desarrollo y fortalezca sus economías. En contraste, Colombia aún tiene mucho camino por recorrer para posicionarse como un actor relevante en el ámbito latinoamericano y mundial.
Con elecciones presidenciales a la vista en 18 meses, es imperativo que los precandidatos y candidatos presenten propuestas de largo plazo en relación al sector minero. Deben ser conscientes de que este sector, que representa en promedio 2% del PIB, tiene la oportunidad de ser la punta de lanza para el éxito de sus programas gubernamentales transversales.
Es crucial fomentar una mayor educación y conciencia pública sobre los beneficios de la minería responsable. Las comunidades deben ser informadas y capacitadas sobre cómo pueden participar en este sector y beneficiarse de él, ya sea a través de programas de formalización o de desarrollo de capacidades técnicas y tecnológicas. La minería sostenible no solo se trata de extraer recursos; también implica un compromiso con el cuidado del medio ambiente y con las comunidades que habitan en las áreas mineras.
Miremos el futuro con optimismo. La minería puede ser un camino hacia el desarrollo equitativo si se hace con responsabilidad y visión. Al apoyar la inversión en este sector y fomentar un diálogo constructivo entre el gobierno, las empresas, las comunidades y la academia, podemos cimentar una base sólida para las futuras generaciones. Es momento de unir esfuerzos y reconocer que la minería, cuando se gestiona adecuadamente, puede convertirse en una fuente de riqueza y bienestar para todos los colombianos.
En este clima decembrino, insto a las autoridades y a la sociedad en general a reflexionar sobre el papel crucial que juega la minería en nuestro desarrollo. Con visión, responsabilidad y una política clara y firme, podemos convertir a Colombia en un referente en la gestión sostenible de sus recursos minerales. Es un desafío que merece nuestra atención y esfuerzo conjunto. ¡Trabajemos juntos para construir un futuro próspero y sostenible para nuestra nación con una minería para todos!