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Colombia es un país con una riqueza mineral excepcional, que incluye una amplia variedad de recursos como oro, plata, carbón, cobre, litio, níquel y esmeraldas. Entre estos recursos, las tierras raras han comenzado a recibir atención creciente debido a su importancia en la transición energética y su probabilidad económica. Las tierras raras son un grupo de diecisiete elementos químicos que incluyen el escandio, el itrio y los quince lantánidos. Aunque su nombre sugiere escasez, estos elementos son relativamente abundantes en la corteza terrestre; el verdadero desafío radica en encontrar depósitos económicamente viables para su extracción.
Las tierras raras son esenciales para diversas tecnologías modernas, incluyendo vehículos eléctricos, baterías de litio, turbinas eólicas y paneles solares. Estos elementos permiten la fabricación de dispositivos que son cruciales para la descarbonización de la economía global. En este contexto, Colombia debe considerar las tierras raras como minerales estratégicos y desarrollar políticas adecuadas para su exploración, explotación y beneficio.
En marzo de 2023, la Agencia Nacional de Minería y el Servicio Geológico Colombiano identificaron las tierras raras como uno de los 28 minerales críticos del país. Este reconocimiento subraya la necesidad de un enfoque estratégico hacia la minería en Colombia, especialmente en el marco de la transición energética. Un estudio reciente elaborado en la Universidad Nacional de Colombia (Bedoya, 2023), señala que minerales como el cobre, cobalto, níquel, plata, tierras raras y litio son fundamentales para alcanzar la neutralidad de carbono para 2050.
Un hito importante en la minería de tierras raras en Colombia fue la concesión de una licencia ambiental a Auxico Resources para su proyecto Minastyc en Vichada. Esta empresa canadiense se convirtió en la primera en obtener permiso legal para extraer estos minerales en el país. Se estima que el proyecto podría extraer hasta un millón de toneladas métricas durante un período de 17 años.
Este desarrollo es significativo no solo por su probabilidad económica, sino también por su ubicación cerca de áreas ecológicamente sensibles, lo que plantea interrogantes sobre el impacto ambiental y social de la minería. A nivel global, China domina este mercado, controlando aproximadamente 70% de la producción y 90% del beneficio y procesamiento. Esto resalta la importancia estratégica de diversificar las fuentes de suministro y desarrollar capacidades locales en Colombia.
El futuro de las tierras raras en Colombia es prometedor pero complejo. A medida que el país avanza hacia una economía más sostenible, es fundamental adoptar un enfoque equilibrado que considere tanto los beneficios económicos como las implicaciones ambientales y sociales. La identificación de estos minerales como críticos por parte del gobierno nacional y sus instituciones sectoriales es un paso positivo, pero se requiere un compromiso firme para garantizar que su explotación se realice de manera responsable y sostenible.
En resumen, Colombia tiene una oportunidad única para posicionarse como un jugador clave en el mercado global de tierras raras. Sin embargo, esto debe hacerse con una visión clara que priorice tanto el desarrollo económico como la protección del medio ambiente y los derechos de las comunidades locales.