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Analistas 10/08/2023

El primer año

Guillermo Cáez Gómez
Abogado y consultor en riesgos
GUILLERMO CAEZ

Hace casi un año se posesionó Gustavo Petro como nuevo presidente del país. En su discurso como ya como jefe del Estado colombiano ilusionó con muchos mensajes reivindicatorios, con ideas sobre la necesidad de crear una sociedad del conocimiento, la necesidad de ocuparse realmente en el país en generar conciencia ambiental y otros por los que mayoritariamente fue elegido.

Reconozco que la idea de la sociedad del conocimiento me ilusionó, para quien lea mis columnas sabrá que una de mis obsesiones está basada en la necesidad de salir del esnobismo de hablar de tecnología para primero ocuparnos de innovar socialmente. Un año después no se dio la sociedad del conocimiento que esperaba y que necesita el país. Lo que sucedió por el contrario fue el conocimiento de una cantidad de mentiras que tienen en un momento de ilegitimidad a un gobierno del tamaño de la época del proceso ocho mil.

El resumen ejecutivo de este primer año ha sido el de los titulares de prensa. No por los procesos de transformación, sino por convertirse en el gobierno con más escándalos de la historia reciente del país. Hemos estado en la agenda internacional por cuenta de que desde lo más interior del gobierno y del círculo cercano del presidente han desnudado la improvisación y que como los buitres se están repartiendo a picotazos el cadáver de un país que no necesita más de lo mismo.

Desde las reformas cepalinas que tercamente se han querido implementar, las cuales devolvería a Colombia a una época que ya pasó y a interactuar como un cavernícola en un mundo que ya no existe. Laura Sarabia, Armando Benedetti, Irene Vélez y otros funcionarios han salido por cuenta de un escándalo más bochornoso el uno que el otro. ¿Y el presidente ha asumido la responsabilidad política? No, ni siquiera ha asumido el empoderamiento que le dio a su hijo en campaña que hoy lo tiene procesado y a punto de llegar a un acuerdo en el que aceptará la responsabilidad de ser un corrupto.

Si bien no hay antecedentes por consanguineidad, lo cierto es que sí hay responsabilidad por la negligencia en elegir con quien se ha rodeado y la forma en la que está vigilando el funcionamiento de gobierno. Después de un año, Colombia no es más humana, lo único que se ha humanizado son las mentiras que el presidente quiere tapar como quien lo hace con el sol y un dedo. El único pacto ha sido el de los excesos, la incompetencia, la incoherencia y sí será histórico, pero no por cuenta de ser un gran reformista, sino un gran conformista.

Dice mucho de la gestión de un presidente que sea defendido por Ernesto Samper. Dios los hace y ellos se juntan dicen por ahí o por lo menos ambos sufren del mismo problema de visión que ni un elefante lograron ver. Como colombiano es doloroso ver cómo estamos desperdiciando el tiempo en cambiar nuestra realidad, pero esto que está pasando es una historia repetida de lo que pasó en pequeña escala en su periodo como el “sexto mejor alcalde del mundo”.

Soldado advertido sí muere en guerra. Sin importar la corriente política, no debemos ser indiferentes a lo que está sucediendo. Debemos tener dignidad de país y exigir al presidente Petro asumir su responsabilidad en este caos que lo único hará es que se siga desperdiciando la oportunidad de cambiar la realidad de los colombianos y pasen tres años más defendiéndose de lo que no tiene defensa. ¡A despertar Colombia!

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