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Solo esta calificativo describe lo que terminó siendo el sistema integrado de transporte público - Sitp de la ciudad de Bogotá y explicaré -aunque parezcan obvias- las razones de tan mayúsculo fracaso:
El modelo en su concepción fue pensado y diseñado en la alcaldía del ex alcalde y hoy recluso Samuel Moreno Rojas. Si bien en intenciones parecía que podría ser una buena propuesta, el afán para ponerlo a andar fue su primer pecado pues su gran promesa: el metro, no pudo ser ejecutada. Si bien fue esta administración quien tuvo la idea inicial, tan solo fue hasta la alcaldía de Gustavo Petro que se puso en marcha la operación del Sitp.
El Sitp empezó mal y va de mal en peor. La idea de este sistema era en primera medida darle organización y unificación al transporte público en la ciudad y con esto acabar con la “guerra del centavo” que generaba caos en movilidad y niveles de accidentalidad que se pretendían bajar con el sistema. No logramos ni una ni otra: Hoy vemos como los Sitp en el mejor de los casos cambiaron de color, pero sigue siendo en esencia la misma prestación del servicio, sin contar con la gran idea de una administración anterior a la actual de darle carácter de provisional a unos buses que debieron ser reemplazados hace años, lo que en suma termina siendo mas de lo mismo pero con otro maquillaje.
Tenemos una oportunidad de oro para lograr varios objetivos: el primero es cambiar el paradigma de la forma en que nos transportamos los bogotanos. No podemos seguir teniendo un sistema de transporte público con las deficiencias evidentes en la prestación, si se quiere incentivar el uso de medios alternativos de transporte y que la gente deje el carro en la casa, lo primero es fortalecer el sistema antes de cerrar vías sin planes de acción.
El segundo y obvio de los objetivos es la movilidad en la ciudad. Bogotá está dentro de las clasificaciones de la región como la peor ciudad para movilizarse. El exceso de vehículos, sumado al mal estado de las vías han generado una bomba de tiempo que nos tiene en el último lugar en materia de movilidad. La organización del transporte público y la generación de estándares de prestación del servicio hará que naturalmente se desestime el uso del carro y con estos dos aspectos juntos mejore la movilidad.
El tercero y creo desde mi visión más importante: empezar el reemplazo de los buses impulsados por combustibles como el diésel, gas o gasolina y aprovechar la oportunidad para hacer el reemplazo en el Sitp por buses eléctricos que sirva para mejorar la calidad del aire en la ciudad que como se vio con la alerta amarilla, estamos en niveles altísimos de contaminación, haciendo del aire de Bogotá un veneno para sus habitantes. Claro el problema no es solo del transporte sino de las fábricas que siguen sin controles fuertes, pero eso será objeto de otro debate.
El reto que tienen los candidatos a la alcaldía de Bogotá es construir sobre lo construido, Peñalosa no podrá ser el alcalde más popular del país y mucho menos el más carismático pero ha recuperado algunos puntos importantes de la ciudad y sobre eso hay que seguir construyendo para que tratemos -como el mal estudiante- de recuperar el tiempo perdido y entregarle a los bogotanos un sistema de transporte que transforme de forma radical la forma en que los ciudadanos hoy padecen el sistema público, que sea pensado para todos y sobre todo el futuro ambiental de la ciudad.