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Estamos en los últimos días de 2023 y como es ya costumbre por esta época se empieza a dar la discusión del aumento al salario mínimo en el país. Como siempre, en este momento se están organizando mesas de trabajo entre los empresarios, el gobierno y los trabajadores para efectos de ver si es posible llegar a un acuerdo sobre el porcentaje del aumento.
De mi parte no recuerdo haber visto que se haya concretado un acuerdo en esas mesas de trabajo conjuntas. Lo que ha sucedido habitualmente es que, ante el desacuerdo en esas mesas, es el gobierno quien mediante decreto ha fijado el aumento al salario mínimo. Y es que hay que hacer consciencia de que no solo se discute el aumento al ingreso mínimo, sino los efectos económicos que puede representar un mal cálculo en ese porcentaje.
Lo que se ha dado a conocer es que las centrales obreras están proponiendo un aumento de 18% al salario mínimo. En términos generales y si uno pasara sin informarse mucho sobre lo que se genera con el aumento, podría en principio decir que es justo o al menos suficiente para un gran grupo de trabajadores que reciben por su trabajo este valor y que viven de él.
Ahora lo que a mí compete, quisiera por lo menos dar una visión con mayor espectro que exclusivamente pensado en el trabajador, no pensando en que no se aumente, sino en ser muy cuidadosos en las consecuencias económicas de no calcular bien los efectos.
Solo por dar algunos ejemplos, el porcentaje de aumento del salario mínimo rige muchas relaciones comerciales de arrendamiento, servicios, etc. ¿Para qué? Para que con ese porcentaje se aumente sucesivamente los valores pactados en esos acuerdos.
¿Qué pasa si se aumenta un porcentaje muy alto? Que todas esas relaciones comerciales que tienen atados los ajustes de precio al porcentaje de aumento del salario mínimo se van a ver impactadas por el porcentaje que se acuerde o se decrete.
Esto en términos prácticos hace que la vida -no solo por el IPC- sea un porcentaje más costosa que el año inmediatamente anterior. Ahora bien, así como aumenta el salario, así mismo aumentan las cotizaciones al sistema de seguridad social para los empresarios. Hay que tener presente que un trabajador además de su salario tiene un costo adicional en todas sus prestaciones más o menos del 51 % adicional, por lo que una empresa no solo asume el costo salarial, sino además el prestacional.
Para el caso del sector de la producción, desde luego debe trasladar esos mayores costos de personal a los productos o servicios, lo que de nuevo nos lleva al escenario del aumento general del costo de vida y el impacto en el consumo.
En un momento en el que el gobierno no tiene mucha popularidad, el riesgo de que se quiera recuperar el capital en la imagen vía decreto con un aumento mal calculado del salario mínimo es alto.
Por lo que el contexto anterior -al que le faltan muchos factores- nos puede dar una idea de la responsabilidad que significa para la estabilidad laboral, generación de empleo y el impacto al sector empresarial más vulnerable como es el emprendimiento en todos sus sectores, pues como todos sabemos, en tejido empresarial colombiano está compuesto en 98% por pequeñas empresas.
Así que, al Ministerio de Hacienda, al Gobierno Nacional hay que pedirles mucha prudencia con lo que se vaya hacer, y si se decreta, entender que no se puede recuperar el capital político perdido con el ahogamiento de una economía que no está dando las mejores señales de cara a 2024. Pilas pues ahí señor Presidente.