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Analistas 30/05/2024

No hubo impacto

Guillermo Cáez Gómez
Socio Deloitte Legal
GUILLERMO CAEZ

Recientemente la Corte Constitucional se pronunció sobre la inexequibilidad, que en palabras sencillas y sin mucho tecnicismo, es básicamente que esta normativa contraría el orden jurídico y por lo mismo no es posible que pueda ser aplicable, de parte de la reforma tributaria que buscaba que las regalías que se pagan a la nación por cuenta de las empresas que explotan recursos naturales del subsuelo colombiano, no fueran deducibles de renta y por lo mismo dichas empresas tuvieran la obligación de tributar más en el país.

Con posterior a conocimiento de la decisión de la Corte Constitucional, el Ministerio de Hacienda promovió el incidente de impacto fiscal, un recurso que a muchos de los que conocemos de acciones constituciones nos pareció una movida audaz, pero de la que difícilmente podría dar un buen augurio en su procedencia.

Aún así, el país estuvo atento a una decisión que podría cambiar el panorama de la explotación de los recursos del subsuelo colombiano. Este incidente de entrada no es natural de este tipo de procesos como lo es el de la decisión tomada por la Corte Constitucional, por otro lado, las pruebas del impacto no son simples afirmaciones que no puedan sostenerse con base técnica de que el estado casi que entraría en un estado de imposibilidad de pago de sus obligaciones, lo que hacía que la movida jurídica tuviera una carrera cuesta arriba para lograr su objetivo.

Sin duda se avecina una nueva reforma tributaria

Lo cierto es que el lunes de esta semana la misma corte que declaró la inexequibilidad, decidió declarar que no es procedente el incidente de impacto fiscal por lo que las empresas que en vigencia de la norma que tuvieron que pagar más impuestos por la no deductibilidad de las regalías, podrán legítimamente reclamar al estado por su devolución.

Esto nos lleva a una reflexión de fondo que vale la pena traer a colación. Según el Instituto del Fracaso, Colombia tiene de las tasas de impuestos más altas de la región y también es cierto que como lo ha establecido el Dane, el país tiene un pobre recaudo de impuestos, lo que hace que en el balance general tengamos un faltante que habrá que buscar llenar para buscar el desarrollo de la infraestructura necesaria para viabilizar al país.

En esta disyuntiva, sin duda se avecina una nueva reforma tributaria y lo importante es entender y aprender de las lecciones que deja el trámite de la reforma pasada. No podemos esperar que el país con una economía con tres trimestres seguidos casi en recesión se reactive con medidas restrictivas, vale la pena evaluar la posibilidad de pensar en los incentivos de cara a la generación de recursos para el estado, empleo y reactivación de la confianza inversionista.

No subestimemos el efecto multiplicador que puede generar una política regulatoria mucho más a la vanguardia, basada en incentivos que motive a los ciudadanos y empresarios a mejorar el recaudo de impuestos, lo que podría generar mejores mensajes y réditos para al país que la clásica represiva que ha caracterizado a Colombia casi desde que somos República.

Seguir insistiendo en el garrote y no en la zanahoria nos está robando la oportunidad de intentar hacer las cosas diferentes y con esto cambiar realidades desde la innovación regulatoria. Así que para quienes hoy diseñan política pública en el país, como decía mi madre: ¡ahí les dejo ese trompo sobre la uña para que lo bailen!

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