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La industria del entretenimiento y de la gastronomía ha sido una de las grandes perjudicadas por los obvios efectos de las restricciones decretadas por causa de la covid-19. A pesar de esto, el sector se puso la camiseta y logró invertir una buena cantidad de recursos económicos para poder adaptarse a las medidas de bioseguridad a fin de intentar recuperar los empleos y la salud financiera de un sector que ya venía golpeado por otras medidas antes de la pandemia.
Es un error de la administración distrital de Bogotá caer en que deban pagar “justos por pecadores”. Es más que comprensible que si uno o varios locales incumplen la normativa de bioseguridad, sean estos y solo estos los que asuman las consecuencias de la irresponsabilidad empresarial, pero ¿por qué castigar a todo un sector y toda una ciudad por unos pocos?. Siempre es más fácil dar garrote que zanahoria, generalizar que individualizar conductas y, sobre todo, no medir el impacto de una política pública que puede ser la guillotina de una industria que no la está pasando bien.
El sector no aguanta más. Las protestas del pasado martes no son otra cosa que el producto de una gran injusticia y una mala decisión que metió en una misma bolsa a quienes realmente han hecho todos los esfuerzos financieros y personales por dar más garantías con quienes funcionan en la ilegalidad. Si se sigue esa tendencia tendrán que cerrarse todos los restaurantes, pues claramente hay muchos informales que no cumplen las medidas de bioseguridad, como las de manipulación de alimentos y muchas otras que se piden a los establecimientos abiertos al público.
Claramente el decreto que suspende el funcionamiento de los “gastrobares” no tiene sustento técnico. ¿Cuál fue el estudio de impacto que se hizo para presentar esta alternativa altamente restrictiva y confiscatoria? Así como fue de apresurada la medida, rápida debe ser la solución. Mientras en Israel vacunan a sus ciudadanos en los bares, en Bogotá (si no reaccionamos) acabaremos con lo poco que queda de este sector, uno de los grandes perdedores con la pandemia.
Solidaridad con los empresarios y trabajadores del sector. Debe ser muy difícil ser optimistas cuando no se le está apostando a recuperar la ciudad, la vida y las empresas como estas. Esta columna es un llamado a la reflexión para el secretario de gobierno de Bogotá, para que se siente rápidamente y oiga al sector, lleguen a acuerdos que se cumplan, se reactiven prontamente sus actividades y que, en caso de incumplimiento de las medidas, sean solamente los responsables quienes paguen las consecuencias.
También es un llamado al sector para crear una red de apoyo que logre individualizar a quienes desde la ilegalidad quieren llenarse los bolsillos a costa de perjudicarlo. La unión, colaboración y solidaridad es de todos. Hoy más que nunca les cae como anillo al dedo ese dicho de que “la unión hace la fuerza”. Es un problema común que debe resolverse con el apoyo de las distintas instancias institucionales. Es momento de que el gremio funcione y esté a la altura de generar discusiones que permitan reactivar el entretenimiento en la ciudad. El que cumple puede exigir, así que por la vía del diálogo y no la de hecho se podrá conseguir la anhelada apertura.
P. D. Pronto viene la elección de rector de la Universidad Externado de Colombia. Sin lugar a dudas, el doctor Hernando Parra Nieto es un sucesor que permitirá unir a una casa de estudios que ha visto rota la armonía.