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Hace ya meses que vivimos esta crisis, hace ya meses que en muchas ocasiones lo que más se resalta son los aspectos negativos de la política, de los empresarios, en fin, de todos los sectores. Si bien la labor de control político y social es importante, no nos podemos olvidar de lo positivo, de lo que nos puede ayudar a alimentar la esperanza y (¿por qué no?) pensar que en medio de todo lo que estamos viviendo hay personas que vale la pena destacar.
En este mismo espacio me propuse mostrar el lado B de la pandemia con los actos de generosidad de Christian Daes, haciendo visible que no todo es malo cuando se habla del sector empresarial y sus líderes. De la misma manera en que quedó demostrado que vale la pena no generalizar, hoy les quiero resaltar la labor de alguien que en silencio ha demostrado que se puede poner al servicio de todos.
Esta persona fue una de las primeras que anunció el presidente Duque que lo iba acompañar en su Gobierno. Su trayectoria en el sector público no es muy conocida, pues anteriormente no se había desempeñado en algún cargo que lo hubiera llevado a tener los reflectores, e incluso tuvo muchos contradictores y resistencia a su llegada. A pesar de las críticas se posesionó, empezó a ejecutar y tuvo -como todos en este Gobierno- que verse en la compleja labor de ejercer la función pública en lo que, sin duda, es el mayor reto que ha enfrentado la humanidad en los últimos tiempos.
Tal como este funcionario -a quien no conozco personalmente- llegó sin mucho ruido y aire en la camiseta, desde que entramos a esta profunda crisis, empezó lo que para mí ha sido una labor destacada y que sin lugar a dudas (así como los medios han mostrado las actuaciones cuestionables de muchos funcionarios) es mi deber en este espacio abrir la puerta para que usted, querido lector, conozca lo que se puede considerar como el ejemplo del ejercicio valiente, honesto y entregado de su función.
Desde la primera semana en la que se ordenó el confinamiento, lo podíamos ver recorriendo establecimientos de comercio, vigilando que no se estuviera abusando con los precios o acaparando bienes, y ejerciendo muchas otras funciones en terreno. De manera personal (algo que no es común ver), dirigía a su equipo de trabajo en cuidar que los consumidores colombianos no fueran víctimas de este tipo de conductas y, con ello, tratar de minimizar impactos adicionales a los propios de la emergencia económica.
Además del sacrificio que significa salir a exponer su salud y su propia vida para que todos tengamos mejores condiciones de consumo, es destacable cómo en todos los ámbitos de la función han estado él y sus delegados cumpliendo con su deber misional. El compromiso ha llegado a tal punto que hoy no solo cursan varias investigaciones por posible especulación de precios o acaparamiento, sino que también ha estado a la vanguardia de cuidar que nuestros datos personales -en un momento de micha fragilidad- estén custodiados de manera adecuada.
Seguro que para nadie es un secreto de quién estoy hablando. Es Andrés Barreto, superintendente de Industria y Comercio, quien a pulso se ha ganado un espacio de importancia y ha demostrado que, sin mayor protagonismo pero con trabajo, puede llegar a destacarse como un funcionario ejemplar. Pero Barreto no está solo: sin duda su equipo, y en especial la Delegatura de Consumidor en cabeza de María Carolina Corcione, merecen también el mismo reconocimiento que el superintendente.