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Analistas 16/05/2024

Sin sesgos

Guillermo Cáez Gómez
Socio Deloitte Legal
GUILLERMO CAEZ

Desde la pandemia la economía mundial viene en algunos casos decreciendo y el otros creciendo a ritmos muy bajos. La crisis en Ucrania, lo que ha pasado con los mercados internacionales y muchos otros factores han hecho que también en Colombia sintamos el remezón en la economía.

Entiendo a la perfección la prudencia con la que se maneja la inversión extranjera, la nacional y la prevención que puede existir en algunas calificadoras de riesgo en lo que tiene que ver con la estabilidad jurídica y el riesgo país. Desde luego son índices que se miden de cara a tomar decisiones de inversión y desinversión en un país, aunque estoy convencido que como lo dicen muchos inversionistas reputados, los riesgos, las crisis y los movimientos no esperados en los mercados también generan enormes retos y con ellos oportunidades de crecimiento.

Sin importar la bandera política que cada uno lleve, como siempre desde esta columna he querido mantener la neutralidad en mis opiniones con independencia de mis convicciones personales. Estoy convencido que una economía crece al ritmo de sus empresas y es ahí en donde quiero centrar el punto de esta columna.

Al inversionista extranjero le viene bien tener mucha más precaución con los factores de política nacional, a los que no nos queda bien es a los colombianos que somos los directamente perjudicados con una economía que no reacciona con el suficiente ímpetu como para reactivarnos. Es natural al ser humano que el sesgo nuble la capacidad de ver las verdaderas oportunidades que se le presentan; esto aplica tanto en lo personal, profesional y porque no, a las inversiones.

Este es el momento de empezar a romper ese paradigma de buenos y malos que nos ha hecho tanto daño como sociedad, esta columna es un llamado a apostarle al país sin importar si estamos de acuerdo o no con quienes puedan estar de turno en el poder político. Para que una economía crezca o por lo menos se recupere, es necesario que confluyamos muchos actores para que el modelo no decrezca y con él la población colombiana siga sumida en un mar de desigualdad al que, sin importar la ideología, ha vendido viviendo por casi la historia que tenemos como república.

Es por eso por lo que quiero desde este espacio llamar a todos los que lean esta columna a decir un: ¡basta ya! En el ajedrez político los ciudadanos que no intervenimos solo somos convidados de piedra en una discusión que claramente no aporta en nada al crecimiento como sociedad; por el contrario, nos resta en el camino de unirnos por un mismo propósito: crear una nación próspera, con oportunidades para todos, con la posibilidad de que todos los ciudadanos al menos tengan acceso a los servicios básicos.

Y sí, la única forma es pensar fuera de la caja, apostarle al país, adaptarse al cambio y seguir adelante en ese camino que si bien a veces se hace más cuesta arriba, es en los momentos difíciles en donde se pone a prueba el verdadero compromiso con el país y con la idea romántica aunque lograble, de acabar con los sesgos y crear oportunidades en un país en donde la tradición es que escaseen.

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