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La mentira de Geraldine Fernández debería volverse un caso de estudio. Y no porque en esta columna quiera venir a hacerle honor al dicho de “al caído caerle”, sino que por el contrario el comportamiento patológico de esta persona es tan solo una gran señal de lo que somos como sociedad y de la necesidad de entrar a ese modelo del que he hablado muchas veces en esta columna: La innovación social.
La innovación social es el camino que debe recorrer en general la sociedad y en especial la latinoamericana. En la actualidad las mentiras son un pan de cada día, tanto en la política como lo que inunda las redes sociales con personas que lo único que buscan es la fama, el reconocimiento y ser virales en redes como sinónimo del éxito en la vida a costa de cualquier cosa, incluso hablando mal de otros. Está tan arraigada la mentira sin importar las consecuencias, que hasta las “fake news” ya son un modelo de negocio incluso más rentable que el cubrimiento de noticias.
Todo en la vida en general es un proceso. Por cuenta del mal uso de la tecnología y la falta de consciencia crítica en el desarrollo de esta, casi que nos estamos convirtiendo en una sociedad desechable que todo lo que consume lo vuelve basura. No podemos seguir siento autómatas de un modelo de consumo que lo único que está partiendo cerebros que solo ven su desarrollo en la medida que tengan “likes, views o followers”. Hace unos años, cuando tenía cuenta de X, alguien osó insultarme por el número de seguidores, como si para dar mi opinión ese número me fuera relevante.
Así como pasó con la ilustradora, también le cae a los medios de comunicación. El afán de tener la primicia, de ser quienes ostentan más visitas a su página, etc, está obligando a los periodistas a ser poco rigurosos en su trabajo de confirmación de fuentes y por eso es que hemos tenido que ver medios de comunicación tradicionales saliendo a pedir excusas por caer en la ligereza de publicar la noticia con bombos y platillos dándole plataforma a una persona para luego pasar a alimentar el fuego de la “gallada” que hoy disfruta destrozando; cuando un buen número de ciudadanos está en lo mismo, pero fuera de los lentes y el alcance de las redes sociales.
A pesar de esto, estoy convencido que debemos concentrarnos en purgar de alguna manera esos antivalores tan arraigados en la sociedad y empezar a dejar de pensar tanto en la innovación digital, para trabajar en la innovación social que tiene al ser como centro. Nos hemos olvidado de que el camino del desarrollo de la tecnología nos regala la posibilidad de trabajar mucho más tiempo en nosotros mismos, para hacernos responsables como sociedad del modelo que hemos construido. Ese modelo nocivo en donde la gente se une más por envidia que para construir, en donde pesa más ponerle el palo en la rueda a otro, que hacerse responsable de su propia vida.
Así que el llamado en esta columna es a cuestionar y a desapropiarse de ese valor que tenemos en un pedestal y de una vez por todas sacudirnos como sociedad. Todos en algún momento hemos sido parte de esa sociedad de mentira, yo lo fui, lo que estoy convencido por mi experiencia es que todos, asumiendo nuestra propia responsabilidad podemos salir de ahí y así de verdad ver lo cambios que ningún político podrá asegurar. Mientras hacen el cambio y si siguen dormidos, lo único que seguirá sucediendo es que la mentira será quien reine en un mundo sin consciencia y dispuesto a privilegiar el resultado por encima del proceso. ¿usted va a permanecer dormido?