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Colombia históricamente ha sido un país con grandes rezagos en materia de infraestructura. Todos los gobiernos que han antecedido a este siempre les ha faltado audacia para jugársela por completo con el desarrollo del país, que permita tener presencia del estado en los servicios básicos de los colombianos.
Muchos territorios hoy siguen sin estar conectados, como si viviéramos en el siglo pasado, sin que por ahora se vea un norte claro para poder avanzar. La infraestructura viene en crisis y es hora de cortar con los círculos viciosos de llegar a administrar con el espejo retrovisor cuando el vidrio panorámico da mucha más amplitud para entender las necesidades del país.
Y vamos a hablar claro. No se trata de poner sobre los hombros de un solo gobierno el desarrollo entero del país, pero soy del pensamiento de que las crisis tienen el privilegio de darnos la oportunidad de hacer las cosas que antes posponíamos y que ahora se pueden hacer siempre que se dejen de responder bien las preguntas equivocadas.
Hace unos días se conoció la noticia del nombramiento de Francisco Ospina como el nuevo director en propiedad de la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), quien llega al cargo después de que esa entidad estuvo en interinidad unos buenos meses, tiempo que ya no podemos lamentar haber ocupado en diseñar un plan que permita priorizar las necesidades del país.
Estoy convencido que uno de los grandes retos del nuevo director será precisamente la priorización. Quedan un poco más de dos años de gobierno y el reloj está corriendo en contra del desarrollo de la infraestructura del país, se hace más que necesario que se viabilicen proyectos estratégicos de conexión de los corredores viales principales con los puertos del país. Los costos de fletes en Colombia son absurdamente altos y una de las razones son los largos recorridos que tienen que hacer los transportadores para poder completar la cadena de suministro en el transporte.
Es importante ser conscientes que estos costos no solo se quedan para quienes importan, exportan o usan el transporte terrestre para mover la carga al interior del país, sino que por el contrario todo costo logístico asociado es trasladado a nosotros los consumidores. Es por eso por lo que, de alguna manera, no solo por el efecto de la economía global, los ciudadanos estamos pagando más por bienes y servicios, gracias a la mora en el desarrollo de infraestructura del país.
Así que esta columna tiene el propósito de alentar a la alta y nueva gerencia de la ANI a que sea lo más audaz posible y a que su primer acto en esa dirección sea la de viabilizar proyectos que ya estaban en marcha. Eso permitirá construir sobre lo construido. Es necesario salir del paradigma de buenos y malos de la política, estoy convencido que si se deja de lado la rivalidad es mucho el legado que puede dejar este gobierno en el desarrollo de la infraestructura. De mi parte espero que el nuevo director cuente con el respaldo del presidente y con eso le den herramientas para que haga su mejor gestión, pues como siempre lo he dicho: si a él le va bien a Colombia también.