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Analistas 13/06/2024

Tiempos difíciles

Guillermo Cáez Gómez
Socio Deloitte Legal
GUILLERMO CAEZ

La economía mundial vive retos enormes en este momento, la colombiana no es la excepción. No es solo una situación local, va mucho más allá de eso. Las medidas macroeconómicas por lo general toman un tiempo para que se manifiesten los efectos en torno al comportamiento de la inversión en un país y no podemos esperar que de la noche a la mañana se solucionen problemas que son estructurales en una economía como la nuestra.

Lo cierto es que los síntomas que se vienen advirtiendo desde hace ya meses en el país empiezan a materializarse y llegó el momento de que de la crítica pasemos a la acción. La confianza del consumidor sigue de capa caída, la colocación de créditos de consumo sigue la misma tendencia, sin dejar de lado el uso de tarjetas de crédito que está cada vez más en desuso por la natural respuesta de los ciudadanos de cuidar mucho más los recursos en momentos en los que el panorama no parece mejorar.

El recorte presupuestal obligado que tuvo que hacer el gobierno nacional al presupuesto general de la nación en casi quince billones de pesos empieza a encender las alarmas, pero según mi entendimiento, es una medida necesaria ante el bajo recaudo tributario en el año inmediatamente anterior. ¿será que seguimos respondiendo bien las preguntas equivocadas?

Colombia se ha caracterizado en su historia por llegar tarde a las tendencias mundiales. Las crisis no son otra cosa que un mundo lleno de oportunidades para la generación de eficiencias que antes eran impensadas, pero que producto de una situación coyuntural, nos vemos obligados a pensar en ellas sin más dilación.

Es por eso que mi invitación, más allá de un sobrediagnóstico, es a llamar a la acción. Llegó el momento de ser audaces pues sin el sector privado no hay estado que resista realizar la inversión social necesaria para cambiar la realidad actual de muchos ciudadanos. Recordemos dos mantras de esta columna: 1. Soy un fiel creyente de que los países crecen al ritmo de sus empresas y, 2. De que los derechos en el papel no son útiles y que, para llevarlos a la realidad, se necesitan recursos económicos que hoy están escaseando.

Así que a mí ese cuento del paradigma de buenos y malos no me hace sentido y por lo mismo, contrario a otras corrientes, quiero hacer un llamado de urgencia a una mesa de unidad nacional de cara a afrontar los retos que como país tendremos que vivir si tanto el público como el privado se quedan en orillas separadas.

De nada sirve tener la razón, si con tenerla, lo único que gana es el ego y perdemos todos los colombianos. Por el contrario, se debe trabajar para construir los puentes necesarios que permitan el privado tenga mayores sincronicidades con el público y que quienes quieren ver caer la economía solo por convicción política, se queden con los crespos hechos porque en mi caso que esta columna no ha tenido, ni tendrá, bandera política; el mayor interés es que el país mejore las condiciones de muchos colombianos que históricamente solo existen en las estadísticas de pobreza.

Así que basta ya de arrogancia, basta ya de seguir abriendo la brecha y entendamos que estamos en un punto de quiebre en donde debemos empujar la economía para el mismo lado, esté quien esté en el gobierno nacional. Es momento de dejar de caer en el facilismo de la crítica repetitiva (sin que implique ser un comité de aplausos) y más bien encontrar el camino que como sociedad tenemos perdido casi desde que somos república.

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