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Analistas 24/03/2022

¿Y en dónde está el Presidente?

Guillermo Cáez Gómez
Abogado y consultor en riesgos
GUILLERMO CAEZ

Hace pocas semanas se realizaron las votaciones para Senado, Cámara de Representantes y consultas de candidatos presidenciales en el país. Muchos celebraron y, en este caso sí, hubo “descelebrada” por cuenta del conteo oficial. El proceso electoral que acaba de vivir Colombia ha estado rodeado de varios cuestionamientos incluso desde antes que se llevara a cabo. Desde la empresa que ocupó el software electoral hasta la solicitud de un reconteo general que hoy deambula por redes sociales y hacia la que han llovido críticas por no tener sustento legal.

Las críticas son obvias. Un proceso electoral con muchos problemas logísticos, de credibilidad y de lo que más le ha faltado a este Gobierno en general: liderazgo. El registrador timorato, sin conocimiento profundo del sistema electoral, es tan solo un reflejo en el espejo de este Gobierno al que le han sobrado tanto inexperto al mando de las políticas públicas del país. Pero ¿y en dónde está el presidente?

Pareciera que, así como pasó con la investigación de Centros Poblados, la fuga de Matamba, el proceso electoral tiene tantas dudas que no permite que pueda buscarse un lugar de tranquilidad. Por supuesto, mis críticas no están dirigidas a los jueces de la República que estoicamente dejan su función natural para dedicarse al conteo de votos, sino en la organización electoral que no permite sentirse tranquilo.

La renuncia del registrador no resuelve nada, pues seguro llegará algún otro funcionario a tener sus “quince minutos de gloria” y será más de lo mismo. En este país, así como renuncian técnicos del fútbol profesional, renuncian ministros, directores de entidades y diferentes funcionarios públicos por cuenta de la incompetencia, corrupción y escándalos. Si las renuncias arreglaran el país, Colombia sería potencia mundial. Pero la responsabilidad la debemos asumir quienes decidimos darle nuestro voto a Iván Duque, quien entre otras cosas ha gobernado con agenda propia y con poco tino.

Porque nuestra responsabilidad es votar con conciencia es que me he inclinado -desde la columna que anuncié el sentido de mi voto- a dejar de votar por el menos malo, el menos incompetente y por el miedo. Mi pálpito desde hace unos meses es que la izquierda en Latinoamérica aprendió la lección de lo mal que resultó esa imposición del poder en Venezuela y tomará las precauciones correspondientes para buscar un modelo de alternancia como ha sucedido en Chile, Brasil y otros países en donde han logrado más avances con una agenda progresista de esta manera que Venezuela durante más de veinte años ininterrumpidos en el poder.

Así que vuelvo a hacer un llamado para que cualquiera que sea la decisión electoral que tomen ustedes, queridas lectoras y lectores, exijamos que entre los candidatos que están en contienda se haga un acuerdo programático sobre la investigación y el desarrollo de Colombia basado en el conocimiento científico, que genere valor agregado y transforme a un país caótico y a punto de ser fallido en un Estado con acceso a oportunidades y en el que la universidad pública no solo se obsesione con dar mayor cobertura, sino que se convierte en sede de megalaboratorios donde confluyen los privados a resolver verdaderos desafíos en cada uno de los mercados y a generar réditos para apoyar investigaciones que aporten a la agenda nacional, que nos permita hacer una transición energética para, por fin, dejar de depender en el futuro cercano de la explotación petrolera y minera sin acabar con el país en el camino.

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