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En el gremio cafetero no se puede mencionar la palabra bonanza. En el siglo pasado, cada vez que se presentaba el país se recostaba en los cafeteros para que, con los excedentes se pudieran solucionar los problemas del resto de la sociedad. Sin embargo, en el siglo XXI ese no ha sido el caso; los gobiernos han ayudado a los cafeteros en sus crisis, con recursos del Presupuesto Nacional. Ya hoy se puede mencionar con tranquilidad la bonanza, dado que, si bien no es de la magnitud de la de 1977, sí se parece a la de 1986 y de pronto, es igual a las de 1994 y 1997 y, mejor que la de 2011.
Debo resaltar que, en los últimos 50 años, el precio ha permanecido arriba pocos meses, y luego en tres años está por debajo de 50%. Por lo tanto, no debemos ilusionarlos más allá de lo prudente; solo basta decir que ya el café para septiembre está a menor precio que hoy. Los exportadores no ofrecen más de $2,5 millones por carga para entregas en octubre, ya perciben que va a ser igual que siempre.
Lo racional en términos económicos es que en todos los países, por la alta rentabilidad se incrementan las siembras, principalmente en Brasil por parte de grandes empresarios con cultivos mecanizados, y el mercado seguramente estará ofrecido, con precios bajos.
A Colombia se le juntaron los astros a favor, a saber: el fuerte verano para las florescencias, ayudado por los árboles descansados después de 30 meses de invierno, y la renovación de árboles que se hizo hasta 2022 que produjeron en 2024; para la mejor cosecha al mejor precio. Y el mundo con problemas de clima y la sustitución del cultivo en Vietnam, y los fenómenos metereológicos de Brasil.
La esperanza es que el precio alto permanezca, pero la historia nos demuestra lo contrario, y de pronto Colombia es de los únicos países que gracias a la estructura minifundista mantiene el parque cafetero cuando se presenten los precios bajos, mientras los empresarios -está demostrado- se retiran por baja rentabilidad y ahora por causas estructurales como la mano de obra. Sí debemos estar preparados para la disminución de la producción este año, por la biología de los árboles.
Hoy más que nunca los cafeteros necesitan de los exportadores privados por cuanto el Fondo Nacional del Café no tiene recursos para comprar una cosecha de $16 billones, por lo que se hace inexplicable que en las últimas semanas la Federación esté comprando a un precio por encima de las cooperativas y de los exportadores, cuando debe ser precisamente de última instancia, aprovechando para fortalecer sus finanzas.
Los primeros afectados con un alza son los programas de café especial, dado que muchos productores adelantan las prácticas culturales requeridas para obtener un mayor ingreso, pero fácilmente las abandonan cuando el precio es suficiente.
La historia se repite en una actividad que tiene tres variables constantes como, la tierra, la mano de obra y la oferta climática. Por eso sorprendió cuando Germán Bahamón anunció la visita a Colombia -por primera vez- del CEO de Specialty Coffee, cuando sus anteriores presidentes, Ted Lingle y Rick Rhinehardt estuvieron recorriendo nuestro país. Aún recuerdo sus intervenciones en el congreso cafetero, cuando el gerente era Gabriel Silva.