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Como lo habíamos anunciado se desbordó el problema de los contratos de venta de café a futuro. El incumplimiento de los más de 5.000 grandes productores y la abusiva especulación con la posición propia de parte de muchos de los gerentes de las cooperativas, pueden llevarse por delante el sistema cooperativo cafetero con un coletazo incalculable sobre el Fondo Nacional del Café.
Ya la superintendencia de economía solidaria está interviniendo algunas, tiene otras para proceder y, a la más grande del país le ha sido decretada su liquidación. Por fortuna hay varias sanas.
Es increíble que suceda en un sistema modelo universal en el sector agrícola, tan antiguo como la Federación, promovido con fuerza desde la gerencia de Ospina Pérez.
Han sido el soporte para la Federación, al cumplir con la obligación de otorgar una garantía de compra a los federados, sino también la forma de ahorro colectivo, convirtiendo sus aportes en la base para acceder a créditos para fertilizantes, además de constituirse en un patrimonio para el agricultor.
Toda se viene abajo, cuando los grandes cafeteros incumplen las entregas, y corresponde responder a la cooperativa con todo su patrimonio, constituido por un ahorro que, por décadas han aportado los campesinos; además, todas cuentan con inversiones de los comités departamentales que también se pierde, -adicional a responder por los avales que otorgan para garantizar, ante el Fondo Nacional del Café, los avances en dinero para comprar el grano-. Desaparecerán puntos de compra de café, almacenes de provisión agrícola, y principalmente la comercialización de fertilizantes, actuando como reguladores de precio.
De todas formas, la Federación de Cafeteros como administradora del Fondo tendrá que poner el pecho a este desastre, y asumir, en primera instancia, las perdidas por los incumplimientos que al final recaen en el último eslabón de la cadena, los activos de las cooperativas que serán insuficientes para responder.
La falta de vigilancia y control sobre el manejo de estas cooperativas, aunada a la informalidad del mecanismo de futuros y la falta de una política de riesgo, sumado al poco profesionalismo en la composición de los consejos y en los administradores, producirá daños irreparables a las instituciones cafeteras.
Es una delicada situación para los ministros y los miembros gremiales que conforman el Comité Nacional de Cafeteros. Con la administración, tendrán probablemente que afrontar esta situación ante la Contraloría General de la República, dada la naturaleza pública de los recursos. Urgentemente se debería volver al viejo sistema de comprar el café para el Fondo Nacional, con una comisión por kilo, para evitar la especulación por quienes no son expertos en el negocio, en la búsqueda de utilidades.
Para fortuna del país cafetero, existe la red de compras del sector exportador privado -que hoy comercializa cerca de 80% del café, y puede suplir la red institucional del gremio, mientras se adelantan las reformas estructurales que amerita el sistema, en esta crisis anunciada.
Aspiremos a que las razones políticas internas no lo impidan, si tenemos en cuenta que las cooperativas en muchos casos son el fortín de poder para los no elegidos como delegados cafeteros.