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Es muy usado -por algunos funcionarios- el denominado espejo retrovisor para juzgar al antecesor y culparlo de todo lo malo que suceda. Generalmente éstos se creen Mesías. Sin embargo, es fundamental hacer un corte de cuentas, porque los que sólo lo utilizan olvidan que, después de unos meses, en el retrovisor se ve uno mismo, sin importar el tipo de institución.
Sin embargo, en Federacafé el corte de cuentas terminaron haciéndolo los ministros de Hacienda -Bonilla en una entrevista y Ocampo en una columna-. Me resisto a creer como afirman algunos, que Germán Bahamón no lo ha hecho en consideración a que el bloque que terminó eligiéndolo fue el incondicional de Roberto Vélez, porque bien lo dijo el ministro Bonilla “es un tipo que puede ser capaz”, pienso que lo ha venido demostrando.
El gerente ha omitido abordar públicamente los graves problemas que heredó, como el de la no entrega de café vendido a futuros y el abandono de la política de renovación de cafetales, responsable de la lo disminución de la producción.
Ocampo por su parte señala los dos problemas, sin embargo, no tomó ninguna decisión al respecto. Mientras tanto Ricardo Bonilla no los ha podido entender y “come cuento” de los críticos, -que montan un drama de supuesta persecución para quitarles la tierra por la no entrega del café, voceros de los culpables- tratando de hacer ver que el problema es de los pequeños cafeteros, utilizándolos como mampara, cuando al Fondo del Café lo están tumbando entre unas cooperativas y unos pocos grandes cafeteros, codiciosos, que deberían tener todo el peso de la ley para salvar el instrumento de la venta a futuro.
Roberto Vélez por agotamiento político frente a los productores, o sabiendo de la debilidad jurídica, cuando se percató que su administración había comprometido al Fondo del Café, en semejante riesgo, sin un diseño legal que lo protegiera, se desentendió del tema.
Reitero que no existían certificaciones sobre la cosecha estimada de cada productor, ni límite máximo para vender a futuro; tampoco un pagaré para exigir el cumplimiento, ni una póliza que lo amparara, ni una obligación a cada cooperativa de allegar estos documentos para tener certeza sobre lo que le ofrecían al Fondo. Así las cosas, se permitió a los irresponsables gerentes especular sin ningún respaldo de productores, con millones de kilos, sin que los administradores de la Federación se dieran por enterados.
El actual ministro se debe percatar que este es un problema de sólo 2.000 cafeteros grandes, y que las cooperativas no son víctimas sino las culpables, de esta tumbada al Fondo Nacional del Café, tolerada por la anterior administración, con la complicidad del Comité Directivo.
Imperdonable que Vélez otorgando plazos, destruyó el instrumento que hoy estuviera salvando a la caficultura, frente a los bajos precios. Recordemos que era un mercado al alza, cuando el precio estaba a $800.000 carga, vendían para entregar a $1.200.000, -algo muy rentable-; el café se subió a $2.000.000 y esos pocos no quisieron entregar.
Estos son temas importantes que, si el gerente Bahamón no hace el corte, gravitarán su administración en el entendido que esa es una responsabilidad que le implica, -además de ser un buen gerente-, el líder y vocero político de los cafeteros, ante ellos mismos y ante el país.