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Analistas 21/05/2024

Errada coincidencia

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo

Las divergencias entre la Ministra de Agricultura y la Federacafé no paran, como quiera que la semana pasada, en Pereira pronunció un fuerte discurso sobre café, en un acto con el presidente de la república, -como si la Federación no existiera- mientras los ministros de hacienda y comercio, en un debate en la comisión cuarta del senado, dieron un absoluto espaldarazo a sus planteamientos.

En lo único que coinciden el gerente y la ministra es en centrar la política cafetera en la industrialización del café, por parte de los pequeños productores, un discurso que siempre lo hemos visto como algo más académico y un sueño de algunos románticos, pero que ahora es un error que comparten.

Lo digo, no por aguafiestas, sino con la tranquilidad que otorga la experiencia de ver intentos fallidos e innumerables quiebras en esta aventura. La razón es que el mercado mundial consume café verde para mezclarlo, por precio y calidad; por eso la experiencia de exportar tostado y molido 100% colombiano es muy escasa, ya que el nicho de mercado de nuestro origen es muy pequeño.

Pero más sorprendido quedo con la propuesta de los centros de industrialización de café en cada región, para tostar el grano a los productores, con el perfil de taza que se requiera, apoyando diseño y empaque, -no sólo maquilar- sino también ayudarles en la comercialización. Muy loable intención.

No puedo negar que algunos pequeños experimentos han sobrevivido

Pero ese café saldrá mucho más costoso que el de los supermercados; les tocará venderlo en su círculo cercano y en las esquinas de los pueblos, provocando una sobreoferta y una pérdida para muchos productores, que quedarán frustrados.

Parecen olvidar que 85 % de los productores tienen menos de cinco hectáreas, son campesinos que laboran su finca, a quienes no se puede exigir que aprendan del siguiente eslabón de la cadena.

Es necesario conocer a fondo la caficultura para entender que el café, para ese 15 % de productores de más de cinco hectáreas, es un negocio como cualquier otro, completamente distinto al pequeño cultivador, campesino que labora su propia tierra y la tiene como una forma de vida, y fuente de supervivencia.

No puedo negar que algunos pequeños experimentos han sobrevivido, sin un volumen importante, microempresas que se ponen de ejemplo, pero ante la dimensión del problema de exportar 11 millones de sacos, equivale a la costurera de barrio frente a Zara, la gran cadena mundial de vestuario.

Ni que decir de la complejidad que implica lograr entrar con ese café a las grandes superficies, por los enormes recursos requeridos para enfrentar la competencia de los tostadores en Estados Unidos, que mezclan en plaza las necesidades de las grandes cadenas, entregando café recién tostado y molido café como lo demanden.

Procafecol anunció una gran alianza con Green Coffee Company para llegar al mercado americano, con una meta de US$100 millones, exportando café tostado y molido de su marca.
Inexplicable que después de 20 años, la solución sea unirse a una compañía cuya única experiencia fue comprar 1.000 hectáreas de café, decisión que inquieta por lo irracional, cuando la gran caficultura ha venido desapareciendo por falta de mano de obra. No tiene cómo demostrar trayectoria como cultivadores, ni como tostadores, ni como exportadores, ni de haber penetrado el mercado de las grandes superficies.

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