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Uno de los temas más polémicos de la Misión de Estudios del Café es el del control de calidad del café en los puertos. Se considera que la Federación Nacional de Cafeteros al ejercer este control -como administradora del Fondo Nacional del Café - se convierte en juez y parte, dada su calidad de exportador de café.
Pueden tener razón los expertos de la Misión cuando recogen este clamor de los exportadores, aunque imagino que este es un tema que puede dársele una solución concertada, sin necesidad de tanto escándalo. Considero que fácilmente se puede crear una ONG que integre a todos los laboratorios y ejerza el control que actualmente está en cabeza de la Federación. Constituida como un ente autónomo, puede ser una organización tripartita en la que participe el gremio cafetero representando a los productores, los exportadores y los tostadores. Sería una entidad imparcial, que ofrezca garantías a todos. El Instituto Colombiano de Normas Técnicas y Certificación - Icontec es un buen ejemplo.
Cosa muy distinta es adoptar la decisión de exportar todas las calidades de arábigo, pasilla e inferiores, cuando Colombia ha defendido la calidad del grano desde el cultivo hasta colocarlo en los mercados. Los cultivadores realizan un enorme esfuerzo por producir un café suave, de la mejor calidad e inclusive, eliminando cultivos en pisos térmicos bajos porque no les permite garantizar la calidad. Recolectar solo el grano maduro, lavarlo, seleccionarlo en la trilla, para obtener un buen precio al suave colombiano, es un esfuerzo que se compensa.
Por lo tanto, la decisión de renunciar a lo que los productores consideran un activo de gran valor, solo la puede tomar el Gobierno Nacional, si considera que puede beneficiar al país. Los exportadores deben aceptar que el balance de un gobernante siempre debe estar hacia donde encuentre el mayor número de beneficiados. También es de la economía de mercado estimular la producción de buena calidad.
Se critica la devolución por parte del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo - MinCIT, del registro de los exportadores de café a la Federación. Cuando por disposición de una ley se le quitó las funciones a ese Ministerio, la alternativa era llevarlo a la Dian y fueron precisamente los exportadores privados quienes a través de Asoexport solicitaron a la Federación implementar la logística para ejercer esta función, que por demás es simple y no implica aprobación o rechazo. Es un requisito de la Organización Internacional del Café - OIC para otorgar un código a cada exportador, exigido por las aduanas del mercado comprador.
Se equivoca la Misión cuando afirma que los recursos de la contribución se utilizan para la exportación del café, por lo que genera una competencia desigual. Desde la Ley 788 de 2002 cuando se estableció la contribución cafetera en máximo US$ 0,06 - en la Gerencia de Gabriel Silva - y se renunció, a la facultad de fijarla en el Comité Nacional de Cafeteros, nunca se ha utilizado un peso para el negocio de la exportación.
Nada más legítimo que un gremio que por 87 años ha acumulado unos recursos, pueda participar en el negocio, con su patrimonio privado y el crédito de los bancos. Precisamente la condición de parafiscalidad le señala a los gremios que los recursos solo pueden utilizarse en beneficio de quienes los aportan. Ese patrimonio no es del Estado y su naturaleza pública está basada en el control que se ejerce sobre ellos, dado que este aporta la fuerza de la ley para su recaudo.
Hay que entender que el que exporta es el Fondo Nacional del Café. La Federación, como administradora ejerce esa función por mandato, pero nunca para sí misma. Por lo tanto, es impreciso afirmar que la Federación exporta con recursos públicos.
Además, nada más legítimo que los productores agropecuarios busquen comercializar sus productos. Por ejemplo, los azucareros tienen su comercializadora, igualmente los bananeros y nadie lo considera un atentado al libre mercado.
Tanto los economistas como los exportadores deben aceptar, que es tan legítimo que existan muchos exportadores, como que en ejercicio de esa libertad de mercado, los productores, bien sea a través del Fondo Nacional del Café o de las cooperativas, exporten su café.