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El año pasado fue presentado un proyecto de ley para crear un fondo de estabilización de precios del café, hoy #117 Senado, -por un senador del Centro Democrático y al que desde luego con un propósito electoral, han adherido la mayoría- por cuanto cualquier nadie sería tan suicida para opinar con seriedad en plena campaña, y todos querían complacer a los cafeteros.
Ahora cuando ya está elegido el Presidente de la República y los temas se abordan con la seriedad, hay que celebrar que no se haya aprobado, y que solo ha hecho tránsito a la próxima legislatura.
Considero que tanto el presidente Iván Duque como el jefe de la comisión de empalme Alberto Carrasquilla son conocedores del tema, lo mismo que Luis Guillermo Echeverri, gerente de la campaña, por lo que estoy seguro que podrán enderezarlo.
El proyecto de ley propone crear un fondo de estabilización de precios de café, cuando precisamente es ese el origen del Fondo Nacional del Café. Solo razones políticas explicarían ese afán por volver a crear lo que ha funcionado durante 78 años.
Además, pretendía garantizar un precio mínimo por carga de 35 salarios mínimos diarios, que daría una cifra muy superior a $1 billón anuales. La ley 101 de 1993, que dio el piso jurídico a los fondos parafiscales agropecuarios y pesqueros, fue una copia del fondo del café, para poderlo replicar por todos los sectores del agro.
Por décadas, el fondo de estabilización tuvo por objeto recaudar dinero cuando el precio estaba alto y ahorrar para compensar al productor cuando el internacional descendía, y de esta manera se garantizaba una estabilidad en el precio interno.
Todo basado en el pacto del café que generaba retenciones en físico y que, en épocas de escasez se convertía en dinero a buen precio; además, la economía giraba alrededor del grano y la devaluación ayudaba, por cuanto Colombia era mono-exportador. Al finalizar el pacto del café en 1989, ese ahorro sustentó el precio hasta el 2000.
La nueva realidad es completamente distinta y es difícil conseguir apoyo para un mecanismo similar, porque todos quieren defender el mercado cuando el precio está alto y, tener precio de sustentación cuando está bajo.
En 2007, llegó hasta la plenaria del Senado un artículo en el Plan de Desarrollo, radicado por Carlos García Orjuela y finalmente negado en plenaria por una comisión liderada por Adriana Gutiérrez y Oscar Darío Pérez, líderes importantes del Centro Democrático, que modificaba la contribución cafetera de US$0,06 por libra a 6 % del valor exportado, para ahorrar lo recaudado por encima de US$1,50 con destino a una cuenta de estabilización.
Para el caso del café existen salidas más sencillas. Sin necesidad de ley, solo basta que el presupuesto aporte al Fondo Nacional del Café recursos para comprar opciones de precio en las bolsas especializadas, cuya prima sea sufragada una parte por el productor y por ejemplo, un 80 % por esos aportes del Presupuesto General de la Nación.
De esta manera si el precio resulta por encima, simplemente se perdió la prima y si está por debajo, el instrumento compensa hasta el precio fijado; se permitiría a cada productor fijar en libras, hasta 80% de su cosecha futura.
De todas maneras, el proyecto está expuesto al debate que seguramente van a armar los demás miembros del sector agropecuario que querrán precio mínimo para lo que producen e insumos subsidiados, porque casi todos odian el mercado libre.